09 jul. 2025

Procrastinación: el hábito de postergar y cómo podemos vencerlo

La procrastinación se convirtió en uno de los mayores obstáculos para la productividad en la vida cotidiana. Aunque a menudo se asocia con la pereza o la falta de disciplina, lo cierto es que detrás de este comportamiento hay emociones mucho más profundas que pocas veces se reconocen.

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Según explica la psicóloga Jazmín Segovia, la procrastinación es mucho más que simplemente dejar algo para después. “Se trata de la tendencia a postergar tareas o responsabilidades que generan incomodidad o estrés. Está estrechamente ligada a la dificultad que tenemos para enfrentar emociones incómodas, como la ansiedad, la frustración o el miedo al fracaso”, señaló.

Este hábito puede instalarse de forma silenciosa y convertirse en un círculo vicioso difícil de romper.

“Mientras más postergamos, más malestar sentimos, y cuanto mayor es el malestar, más evitamos enfrentar la tarea. Es una trampa emocional que refuerza la conducta de postergar”
psicóloga Jazmín Segovia

Por qué procrastinamos

La causa principal de la procrastinación, según la psicóloga, no es la falta de organización, sino un intento de evitar el malestar emocional que algunas tareas nos generan.

“Muchas veces creemos que, al postergar, estamos esquivando esa incomodidad. Nos decimos a nosotros mismos que más tarde será mejor o que aún no estamos listos para enfrentar la tarea. Pero, en realidad, solo estamos acumulando más ansiedad y estrés, porque sabemos que eventualmente tendremos que hacerlo”, indicó.

Incluso, muchas personas intentan justificar este comportamiento asegurando que “trabajan mejor bajo presión”. Sin embargo, la profesional aclara que, en la mayoría de los casos, esto no es más que una excusa para evitar la responsabilidad. “Cuando dejamos las cosas para último momento, lo que estamos haciendo es reforzar ese hábito. Si logramos terminar una tarea a último momento y obtenemos buenos resultados, el cerebro interpreta que esa estrategia funciona, lo que hace que la conducta se repita”, explicó.

Además, la procrastinación está muy relacionada con el perfeccionismo. Muchas personas postergan tareas porque sienten que aún no están listas para hacerlas “perfectas”. Otras, simplemente, buscan excusas para no empezar, convenciéndose de que aún no tienen los recursos suficientes o que no es el momento adecuado.

Un problema cada vez más común

Este fenómeno no es nuevo, pero sí se ha vuelto más visible en los últimos años, especialmente en ámbitos como el trabajo y la educación. De hecho, según datos de Google, en el año 2022 la palabra “procrastinar” fue una de las más buscadas a nivel mundial. Las principales consultas giraban en torno a cómo dejar de postergar tareas y cómo aumentar la productividad.

Segovia señaló que, en la actualidad, existen múltiples factores que alimentan la procrastinación, siendo las redes sociales y las distracciones digitales algunos de los principales enemigos de la concentración. “El problema es que tenemos muchísimos distractores a nuestro alcance. Basta con abrir una aplicación para que el tiempo pase sin darnos cuenta. Esto debilita nuestra capacidad de mantener el foco en las responsabilidades”, advirtió.

¿Cómo podemos combatirla?

La psicóloga propone algunas estrategias prácticas y accesibles para romper con este ciclo:

1. Aceptar la incomodidad: Reconocer que es normal sentir resistencia o ansiedad al enfrentar ciertas tareas. Entender que estas emociones no desaparecerán por sí solas, sino que deben ser gestionadas.

2. Dividir las tareas: Una técnica efectiva consiste en fraccionar las responsabilidades en pequeñas metas. Por ejemplo, trabajar durante 25 minutos y luego tomar un descanso de otros 25 minutos. Esta dinámica ayuda a mantener la motivación sin sentirse abrumado.

3. Eliminar o reducir distracciones: Apagar las notificaciones del celular, establecer horarios específicos para revisar redes sociales y crear un espacio de trabajo libre de interrupciones puede marcar una gran diferencia.

4. Fijar mini objetivos: Establecer metas pequeñas y alcanzables, que permitan ver avances progresivos. Esto genera una sensación de logro que motiva a continuar.

5. Negociar con uno mismo: En lugar de esperar a sentirse motivado para actuar, es clave establecer acuerdos internos y comprometerse con las tareas, aunque no resulten atractivas en un primer momento.

6. Construir hábitos gradualmente: La formación de hábitos requiere constancia y paciencia. “Hay que avanzar poco a poco, empezando con pasos pequeños y aumentando el nivel de dificultad a medida que se gana confianza”, recomendó Segovia.

Romper el ciclo de la procrastinación

Para la especialista, la clave está en cambiar la perspectiva que tenemos sobre nuestras responsabilidades. “No todo lo que hacemos nos va a generar placer inmediato. Si solo nos enfocáramos en lo que nos da satisfacción instantánea, no podríamos cumplir con nuestras obligaciones. La vida requiere un equilibrio, y parte de ese equilibrio implica aprender a hacer lo necesario, aunque al principio resulte incómodo”, reflexionó.

Finalmente, Segovia advirtió que la procrastinación no es un simple “mal hábito”, sino un mecanismo emocional complejo que, si no se aborda, puede afectar la salud mental y el bienestar general. “La solución no es la presión extrema ni la autoexigencia desmedida, sino el aprendizaje de técnicas para gestionar nuestras emociones, reducir las distracciones y establecer objetivos claros. Cuanto antes enfrentemos las tareas pendientes, más libres y tranquilos nos sentiremos”, concluyó.