Por un lado, la ilusión de retomar la vida profesional, mantener la independencia económica y reencontrarse con un rol que también forma parte de su identidad.Por otro, la tristeza y la culpa de separarse del bebé, así como la incertidumbre de dejarlo en manos de terceros.
Lejos de ser una decisión sencilla, el retorno laboral después de la maternidad tiene un impacto emocional, familiar y social que merece ser visibilizado y acompañado.
Entre la alegría y la culpa
La psicóloga clínica María López señala que uno de los sentimientos más comunes en las madres que regresan al trabajo es la culpa. “Muchas mujeres sienten que están abandonando a sus hijos, cuando en realidad lo que hacen es brindarles estabilidad y un ejemplo de esfuerzo. Pero el peso cultural sobre la maternidad todavía coloca a la madre en un lugar de autoexigencia desmedida”, explica.
López también subraya que el duelo por la separación es real y legítimo. “La madre pasa de estar disponible las 24 horas para su bebé a reducir esos tiempos. Esa transición puede generar ansiedad, tristeza e incluso crisis de llanto. Lo importante es comprender que son emociones normales que no deben ocultarse ni reprimirse”.
Impacto en la salud mental
El regreso al ámbito laboral puede desencadenar estrés, falta de concentración y una constante sensación de no estar cumpliendo al 100% en ninguno de los dos ámbitos. Es lo que especialistas llaman el “síndrome de la madre trabajadora”.
“La madre se exige ser la mejor en el trabajo y, al mismo tiempo, la mejor en casa. Esa presión muchas veces es imposible de sostener y provoca agotamiento físico y emocional”, advierte la psicóloga.
Para enfrentar este reto, recomienda prácticas de autocuidado y, sobre todo, bajar la autoexigencia.
“No existe la madre perfecta, existe la madre posible. Y ser posible ya es suficiente”.
Un cambio que alcanza a toda la familia
La vuelta al trabajo no solo impacta a la mujer, sino también a la pareja y a la dinámica familiar en general. Reorganizar las rutinas, establecer turnos de cuidado y compartir responsabilidades se vuelven tareas fundamentales.
“La corresponsabilidad es clave. Cuando la pareja se involucra activamente en la crianza, la carga emocional y física se reparte mejor, y los hijos aprenden que el cuidado no es una tarea exclusiva de la madre”, sostiene López.
Asimismo, contar con una red de apoyo confiable (familiares, niñeras o guarderías) reduce el nivel de angustia y ayuda a la madre a concentrarse mejor en su trabajo, sabiendo que su hijo está en buenas manos.
El rol del entorno laboral
La psicóloga enfatiza que las empresas tienen un papel crucial en este proceso. “Un entorno laboral empático puede marcar la diferencia entre una madre angustiada y una madre motivada. Políticas como la flexibilidad horaria, el teletrabajo parcial o la existencia de espacios de lactancia son medidas concretas que impactan en el bienestar de la trabajadora y en su productividad”.
Además, resalta la importancia de romper con los prejuicios en el ámbito profesional. “Una mujer que es madre no es menos comprometida, ni menos capaz. De hecho, suele desarrollar habilidades como la organización, la empatía y la resiliencia, que enriquecen su desempeño laboral”.
Consejos para un retorno saludable
La especialista propone algunas claves para afrontar la vuelta al trabajo de manera más equilibrada:
• Prepararse con tiempo: empezar a practicar separaciones cortas del bebé antes de reincorporarse.
• Comunicación abierta: hablar con la pareja, la familia y también con los jefes sobre necesidades y expectativas.
• Autocuidado: reservar momentos para descansar, socializar o simplemente desconectarse.
• Buscar apoyo profesional: no dudar en consultar a un psicólogo si la ansiedad o la tristeza persisten.
• Valorar lo positivo: ver el trabajo no como un abandono, sino como una manera de crecer, aportar y enseñar valores al hijo.
Un nuevo comienzo
El regreso al trabajo después de la maternidad no tiene por qué vivirse como un retroceso. Puede, en cambio, ser un nuevo comienzo.
“La maternidad transforma a la mujer, pero no borra su identidad profesional. Muchas vuelven con más fortaleza, habilidades renovadas y una visión distinta de la vida. Es un proceso que requiere acompañamiento, pero que también puede convertirse en una oportunidad de crecimiento personal y laboral”, concluye la psicóloga López.