Esta bebida de apariencia sencilla, pero cargada de simbolismo, combina tres ingredientes esenciales —caña, ruda y limón— y es considerada por muchos como un escudo espiritual contra las enfermedades, la mala suerte y la negatividad.
Más que una superstición, el carrulim es un ritual cultural que mezcla la sabiduría medicinal de los pueblos guaraníes con la influencia de la medicina natural introducida por los colonizadores españoles. Su práctica perdura durante generaciones, manteniéndose viva gracias a la fe popular, la transmisión oral y el respeto por las tradiciones.
Una mezcla con historia y significado
El nombre carrulim proviene de la unión silábica de sus tres componentes: “ca” de caña, “ru” de ruda y “lim” de limón. A pesar de su simplicidad, cada ingrediente tiene un propósito simbólico y medicinal:
• La caña blanca, derivada de la caña de azúcar, aporta energía y actúa como vehículo del ritual.
• La ruda, considerada por la medicina guaraní como una planta protectora, es usada desde tiempos ancestrales para limpiar las malas vibras, purificar el cuerpo y alejar enfermedades.
• El limón, por su parte, representa frescura, renovación y depuración interna.
El ritual tradicional indica que deben tomarse siete tragos en ayunas, preferentemente el 1 de agosto. El número siete tiene una carga espiritual y mística que, según las creencias, completa la purificación del cuerpo y del alma, asegurando un inicio de mes sin sobresaltos.
¿Por qué en agosto? Una explicación desde la cosmovisión guaraní
Para los pueblos originarios, el mes de agosto no era un tiempo cualquiera. Se lo consideraba un periodo complejo, lleno de inestabilidad y riesgos. Las bruscas variaciones del clima, el frío persistente y las enfermedades respiratorias afectaban tanto a las personas como a la naturaleza. Las cosechas sufrían, los cuerpos se debilitaban, y las energías parecían estar en desequilibrio.
Frente a ese contexto, el carrulim surgió como un recurso de defensa y protección, una bebida “mágica” que ayudaba a atravesar este mes adverso. Aunque hoy en día contamos con avances científicos y medicina moderna, la práctica del carrulim sigue vigente, no solo como remedio, sino como símbolo de continuidad cultural.
Cultura viva y medicina popular
Según Clemente Cáceres, promotor cultural, el carrulim forma parte de una medicina natural que nació de la necesidad y la observación. “Nuestros ancestros no tenían farmacias. Ellos sabían qué hojas, qué raíces y qué combinaciones servían para cada mal. La ruda y el limón eran usados para tratar afecciones respiratorias, y la caña ayudaba a conservar y potenciar esos efectos”, explica.
El carrulim, al igual que otras bebidas populares como la mistela —muy consumida durante la época del doctor Francia—, formaba parte de la farmacopea popular paraguaya, utilizada tanto para prevenir como para tratar dolencias comunes del invierno.
Esta sabiduría, transmitida por generaciones de yuyeras, curanderos y abuelas, sigue presente en la actualidad, en forma de ritual, fe o costumbre, y fue reconocida oficialmente en 2019 como Patrimonio Cultural Inmaterial del Paraguay por la Secretaría Nacional de Cultura.
¿Cuánto carrulim se puede tomar? El consejo médico
Aunque el carrulim tiene un lugar especial en la cultura paraguaya, los profesionales de la salud hacen un llamado a la prudencia. El doctor Esteban Carracela, clínico del Hospital Ingavi del Instituto de Previsión Social (IPS), advierte que la ruda puede ser tóxica si se consume en grandes cantidades.
“El consumo debe ser moderado. Recomendamos no superar los siete tragos. La ruda, si bien tiene propiedades medicinales, puede causar irritación estomacal, daños hepáticos o problemas gastrointestinales, especialmente en personas con enfermedades previas como gastritis, hipertensión o trastornos hepáticos”, señala Carracela.
Además, el doctor explica que el rango entre la dosis terapéutica y la dosis tóxica de la ruda es muy estrecho, por lo que consumirla en exceso o de forma reiterada puede acarrear complicaciones serias. También advierte sobre el uso de otras plantas asociadas a rituales de agosto, como el agosto poty o pyno’i, que si bien tienen propiedades depurativas, también pueden generar reacciones adversas si no se usan correctamente.
Fe, prevención e identidad
Algunas familias beben carrulim únicamente el 1 de agosto; otras lo consumen todos los días del mes, como parte de un rito de renovación continua. En el mate o en el tereré, es común añadir yuyos como el ka’a he’ẽ, laurel, romero, milenrama o agosto poty, para reforzar la salud y atraer la buena fortuna.
Más allá de la discusión científica, el carrulim representa una herencia viva, un puente entre el pasado y el presente que conecta a los paraguayos con su historia, su entorno natural y su espiritualidad. Es, al mismo tiempo, un símbolo de resistencia, sabiduría popular y orgullo nacional.
Iniciar agosto con un pequeño sorbo de carrulim es mucho más que una costumbre: es un gesto de fe, de cuidado y de pertenencia. Un ritual que atraviesa generaciones, que sobrevive en las ciudades y en el campo, y que sigue marcando, año tras año, el calendario emocional del pueblo paraguayo.