El jopara es un plato característico que se consume en nuestro país y en regiones de Argentina con influencia guaraní, como Misiones y Corrientes, cada 1 de octubre. Esta tradición tiene como objetivo proteger los hogares del Karai Octubre, una figura mítica que, según la creencia, trae escasez. Si logra entrar en las casas, la pobreza reinará hasta finales de año.
La misión del Karai Octubre
El primer día de octubre, el Karai Octubre tiene la tarea de recorrer los hogares para verificar si las familias han trabajado, sembrado y acumulado provisiones a lo largo del año. En los meses siguientes, las cosechas son escasas, y aquellos que no hayan tomado previsiones sufrirán las consecuencias.
La figura mitológica debe encontrar suficientes alimentos en cada hogar, incluso lo suficiente como para compartir con los vecinos. Aquellos que no hayan guardado lo necesario serán castigados con carencias hasta diciembre. En cambio, quienes hayan hecho los deberes serán recompensados con abundancia.
La relación con los lapachos
Los antiguos guaraníes notaban que, cuando los lapachos comenzaban a florecer, sus provisiones estaban en declive. Esto coincidía con el final del invierno, una temporada en la que los bosques ofrecían pocos frutos y los animales estaban debilitados.
En el ámbito agrícola, era el momento de sembrar cultivos como maíz, mandioca y batata, pero las cosechas aún estaban lejos de concretarse. Durante esta fase crítica, la escasez amenazaba las reservas alimentarias, y surgió la necesidad de rituales que aseguraran la abundancia.
La llegada de los españoles
Con la llegada de los colonizadores españoles, la tradición del jopara no desapareció. Al contrario, los europeos se sumaron a las celebraciones y rituales de los guaraníes, especialmente cuando se dieron cuenta de que la primavera traía consigo una escasez de alimentos.
Las familias organizaban grandes comidas al aire libre al comienzo de octubre, mostrando a Karai Octubre que tenían suficiente para alimentarse y compartir. Si no lo hacían, el “duende”, como lo llamaban los españoles, castigaba a los jefes de familia persiguiéndolos con su guacha y emitiendo un silbido aterrador.
Con el tiempo, esta costumbre se mantuvo viva, y hasta hoy, el jopara sigue siendo un símbolo de protección y abundancia en muchas familias paraguayas y guaraníes.