Con la llegada de las fiestas de fin de año, una de las fechas más celebradas en todo el mundo, se hacen presentes tradiciones que vienen ya de antaño, como la explosión de petardos y fuegos de artificio.
Aunque se trata de una práctica muy normalizada y bastante esperada tanto por chicos como por grandes, la explosión de petardos y fuegos artificiales representa un peligro para los oídos, por la producción de ruidos muy elevados y de forma prolongada.
De hecho, el ruido que produce la pirotecnia puede afectar las células internas del oído, responsables de la percepción auditiva, provocando en muchos casos daños auditivos. A su vez, el oído cuenta con un mecanismo de protección natural cuando los sonidos no superan los 80 decibeles.
Sin embargo, lo preocupante es que la pirotecnia sonora supera los 120 decibeles, lo que puede generar lesiones auditivas leves, moderadas o graves. El daño puede afectar a cualquier persona, pero existen grupos más vulnerables, en quienes los efectos negativos suelen ser más importantes: ellos son niños y bebés, adultos mayores, personas con discapacidad, personas con hipersensibilidad auditiva, y más.
Impacto en niños y jóvenes
Precisamente, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que cerca de 1.000 millones de jóvenes corren riesgo de daño auditivo permanente debido a hábitos de escucha inseguros. Indican que “una exposición única a un sonido extremadamente fuerte puede dañar las células del oído interno y causar pérdida de audición”.
Por su parte, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) advierten que la exposición a ruidos intensos representa una de las principales causas de pérdida de audición, pues puede afectar la comunicación, el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales en la infancia.
El ruido de la pirotecnia se considera un ruido “impulsivo”, es decir, un sonido de muy alta intensidad que ocurre de manera súbita y en un tiempo extremadamente corto. Esto lo diferencia de la música alta o un recital, donde el sonido es continuo y, aunque intenso, el oído tiene cierto margen para activar mecanismos de protección. En el caso de los petardos o fuegos artificiales, el pico de presión sonora es tan abrupto que esos mecanismos no llegan a actuar a tiempo
Consecuencias del uso de pirotecnia sonora
-Pérdida temporal o permanente de la audición
-Zumbidos o tinnitus transitorios o permanentes
-Perforación de la membrana del tímpano
-Sangrado de oído
-Dolor o molestias auditivas
-Alteraciones del equilibrio.
No está demás mencionar que, las personas que presentan Trastorno del Espectro Autista (TEA) o adultos mayores con enfermedades neurocognitivas muestran signos de ansiedad y temor ante las explosiones. El clima festivo produce en estas personas intolerancia, irascibilidad, los saca de su rutina habitual y pueden estar atemorizados, sufrir crisis de llanto, o episodios de autoagresión.
Además, estos efectos también alteran a los diversos animales domésticos (perros y gatos) y salvajes, pues tienen un aparato auditivo muy desarrollado.
¿Cómo proteger nuestros oídos de los petardos?
-En lo posible, evitar su uso
-Utilizar protectores auditivos
-Evitar el uso en lugares cerrados o semicerrados
-Mantener distancia y alejarse del ruido.