La iniciativa se enmarca dentro de los esfuerzos globales por promover políticas efectivas de prevención y control de infecciones (PCI). En este sentido, la Organización Mundial de la Salud insta a los países a adoptar su plan de acción mundial y el marco de monitoreo como herramientas clave para reducir el impacto de las infecciones asociadas a la atención médica.
Una problemática silenciosa pero persistente
Las infecciones asociadas al entorno sanitario —también conocidas como infecciones nosocomiales o IRAS— constituyen una de las principales amenazas a la seguridad del paciente en hospitales y centros médicos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que entre un 10 % y un 15 % de los pacientes hospitalizados en América Latina adquieren alguna infección durante su estadía. Lo más alarmante, se calcula que al menos un tercio de estos casos son completamente prevenibles.
Estas infecciones no solo afectan a los pacientes, sino también al personal de salud, y pueden desencadenar brotes difíciles de contener, especialmente si están relacionados con bacterias resistentes a los antibióticos. Además, generan una carga adicional en los sistemas de salud, complicaciones clínicas, mayor duración de internaciones, aumento de costos y un mayor desgaste del personal médico.
Fortalecer la cultura del lavado de manos desde la evidencia
La Dra. Andrea Ojeda, directora de Vigilancia de la Salud, explica que más allá de enseñar la técnica del lavado, es necesario consolidar una cultura de higiene. “La higiene de manos es una acción sencilla, pero con un impacto profundo. No basta con saber cómo se hace. Se necesita evaluar constantemente los resultados, actuar con base en datos y fortalecer políticas institucionales para que se convierta en un hábito sostenido”, afirmó.
En el contexto de Paraguay, donde las infecciones hospitalarias también representan una preocupación creciente, Ojeda considera que promover este hábito representa una oportunidad clave para fortalecer los entornos de atención sanitaria y garantizar una mayor seguridad al paciente.
El desafío de instalar un hábito que salva vidas
Para Ana Laura Núñez, química farmacéutica a cargo del Programa de Control de Infecciones Hospitalarias, aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a la concienciación sobre la higiene de manos. “Uno de nuestros mayores desafíos es lograr que esta práctica se integre verdaderamente a la rutina del personal de salud y también de los usuarios de los servicios médicos. Queremos sensibilizar a todos, porque lavarse las manos puede parecer algo básico, pero es una estrategia esencial de prevención”, explicó.
Indicó que el lavado adecuado con agua y jabón debe durar entre 40 y 60 segundos. En situaciones donde no se dispone de estos elementos, se recomienda utilizar soluciones hidroalcohólicas como el alcohol en gel, que requiere al menos 20 segundos de aplicación y una técnica correcta para ser eficaz.
Una medida económica, accesible y eficaz
Pese a tratarse de una acción rápida, al alcance de todos y con un costo mínimo, el lavado de manos continúa sin realizarse con la frecuencia necesaria. Las razones pueden variar: desde la falta de tiempo o de instalaciones adecuadas hasta una baja percepción del riesgo. Sin embargo, la evidencia es contundente, alrededor del 80 % de las infecciones comunes se transmiten a través de las manos, según la OMS.
Esto incluye enfermedades respiratorias como la gripe, el resfriado o el COVID-19; gastrointestinales como la salmonella o el rotavirus; infecciones oculares como la conjuntivitis; y problemas dermatológicos o de transmisión indirecta. En todos los casos, una correcta higiene puede interrumpir la cadena de contagio.
Las manos: el vehículo invisible de los gérmenes
Durante el día, las manos entran en contacto con infinidad de objetos, superficies, dispositivos electrónicos, alimentos, animales y otras personas. Sin una higiene adecuada, se convierten en un medio de transporte ideal para virus, bacterias y hongos. Lo más preocupante es que muchos de estos gérmenes se transmiten incluso antes de que aparezcan los primeros síntomas.
Esto convierte al lavado de manos no solo en una medida sanitaria, sino en un acto de responsabilidad social. Su práctica frecuente protege tanto a quien la realiza como a quienes lo rodean, especialmente a los grupos más vulnerables: niños pequeños, adultos mayores, personas inmunodeprimidas o con enfermedades crónicas.
¿Cuándo es necesario lavarse las manos?
Las recomendaciones internacionales y nacionales coinciden en una serie de momentos críticos en los que se debe realizar la higiene de manos:
• Antes y después de manipular alimentos o ingerirlos.
• Después de usar el baño o cambiar pañales.
• Luego de toser, estornudar o sonarse la nariz.
• Al llegar a casa, al trabajo o a la escuela.
• Tras tocar dinero, dispositivos electrónicos, mascotas o superficies en lugares públicos.
• Antes y después de tener contacto con personas enfermas o vulnerables.
• Antes de administrar medicamentos o realizar curaciones.
• Después de quitarse guantes, mascarillas o equipos de protección.
Adoptar estas pautas y convertirlas en rutina diaria es clave para prevenir enfermedades de manera efectiva.
Una herramienta fundamental en los centros de salud
En hospitales y clínicas, la higiene de manos adquiere un valor crítico. Es uno de los cinco pilares básicos de prevención dentro de las estrategias de control de infecciones. Su ausencia o realización deficiente está directamente relacionada con infecciones hospitalarias que pueden provocar cuadros severos e incluso la muerte.
Además, diversos estudios han demostrado que el fortalecimiento de los programas de higiene de manos en los centros sanitarios contribuye significativamente a reducir la transmisión de bacterias multirresistentes, una de las principales amenazas actuales para la salud pública global.
Un compromiso individual y colectivo
En el marco del Día Mundial de la Higiene de Manos, las autoridades sanitarias recuerdan que este hábito es una de las formas más simples y efectivas de reducir el riesgo de infecciones. Pero su implementación requiere compromiso: de los gobiernos, los sistemas de salud, el personal médico, las instituciones educativas, y sobre todo, de la ciudadanía.
La campaña de este año vuelve a poner en el centro una premisa sencilla pero poderosa: “La higiene de manos salva vidas”. Un recordatorio oportuno de que, en medio de desafíos sanitarios cada vez más complejos, las soluciones más eficaces a menudo están —literalmente— en nuestras propias manos.