12 jun. 2025

La masacre en Austria y las señales que ya se sienten en Paraguay

La peor tragedia escolar del país dejó 10 muertos y 11 heridos. El atacante, un exalumno de 21 años, se suicidó tras el tiroteo. En Paraguay, las amenazas escolares aumentan y expertos advierten, “No es una broma, es un síntoma de alarma”.

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Una mañana tranquila en la ciudad de Graz, Austria, fue interrumpida por uno de los hechos más trágicos en la historia reciente del país. Eran las 10:00 cuando se activaron las alarmas: un joven armado había ingresado al colegio BORG Dreierschützengasse y comenzó a disparar indiscriminadamente contra alumnos y funcionarios. La masacre duró pocos minutos, pero su impacto será eterno, diez personas fueron asesinadas y otras once resultaron heridas. La mayoría eran adolescentes.

El autor de la matanza era un exestudiante del centro educativo. Tenía 21 años, no contaba con antecedentes policiales y poseía dos armas, al parecer adquiridas de manera legal. Tras el ataque, el joven se encerró en uno de los baños de la institución y se quitó la vida.

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Las fuerzas de seguridad llegaron rápidamente al lugar, ubicado a poco más de un kilómetro del centro histórico de Graz, una ciudad de unos 300.000 habitantes. El operativo incluyó la intervención de unidades especiales. A las 11:30, la policía confirmó que el colegio había sido evacuado y que las víctimas fueron trasladadas a hospitales y centros de asistencia.

Aunque todavía no se conoce el motivo exacto del atacante, las autoridades confirmaron que siete de las víctimas eran mujeres, y entre los fallecidos había al menos ocho estudiantes. Algunos eran menores de edad.

El hecho ya fue catalogado como el ataque más sangriento ocurrido en suelo austríaco desde la Segunda Guerra Mundial, superando incluso el atentado yihadista en Viena en 2020, que dejó cuatro muertos.

El patrón detrás de las masacres: jóvenes armados, dolor acumulado y señales ignoradas

Aunque se trató de un hecho aislado, el perfil del agresor repite una fórmula cada vez más reconocible en todo el mundo, jóvenes varones, sin antecedentes, con dificultades de integración, que encuentran en la violencia una forma de expresión final.

Para entender este fenómeno, conversamos con el psicólogo clínico y docente universitario Lic. Víctor Pereira, especialista en salud mental adolescente, quien afirma que este tipo de tragedias no surgen de la nada.

“Detrás de cada ataque escolar hay un cúmulo de factores psicológicos y sociales que se fueron ignorando. Muchos de estos jóvenes no encuentran su lugar en el mundo, sienten que no son vistos, que no valen, y que la violencia es la única forma de dejar una marca, aunque sea a través del miedo o la muerte”, explica.

Pereira señala que muchos de estos jóvenes experimentan situaciones de acoso escolar, humillación pública, soledad emocional o rechazo familiar, lo que genera un estado mental alterado, en algunos casos con ideas suicidas o de venganza.

“La decisión de matar no aparece de un día para el otro. Suele haber un proceso previo donde se incuban la rabia, el resentimiento y el dolor. Muchas veces, el entorno no lo ve o decide minimizarlo”, sostiene el profesional.

Paraguay: amenazas escritas en los baños y sanciones que no bastan

Aunque Paraguay no ha sufrido masacres escolares como las vistas en Austria o Estados Unidos, las señales de alerta están presentes. En junio pasado, un caso en Hernandarias encendió todas las alarmas.

En un colegio privado de esa ciudad del Alto Paraná, un mensaje apareció escrito en la pared del baño del pabellón del Nivel Medio. Decía: “El 26 de junio voy a hacer un tiroteo. Van a pagar lo que hicieron”. La amenaza fue detectada por personal de limpieza y generó temor entre estudiantes, padres y docentes.

El colegio tomó medidas disciplinarias y el alumno autor del escrito fue identificado. Las autoridades educativas aseguraron que el caso fue tratado como una advertencia seria.

Sin embargo, para el psicólogo Pereira, esto no es suficiente:

“Muchas veces se responde con sanciones, pero no se aborda la raíz emocional del problema. Lo que debe hacerse es intervenir con apoyo psicológico inmediato. Un joven que deja un mensaje así está pidiendo ayuda, aunque lo haga de una forma perturbadora”.

Además, el especialista recomienda que los colegios cuenten con protocolos de emergencia, gabinetes psicológicos activos, programas de educación emocional y capacitaciones para el personal docente.

“No se trata solo de castigar, sino de comprender qué lo llevó a escribir eso. Tal vez ese alumno no tenga la intención real de hacer un tiroteo, pero sí está mostrando señales de una crisis interna que podría escalar si no es contenida”.

La escuela como espacio clave de prevención

Las instituciones educativas, más allá de su rol pedagógico, se convertieron en uno de los principales escenarios donde se pueden detectar las primeras señales de alerta en los jóvenes. El comportamiento disruptivo, el aislamiento social, el lenguaje violento o la fascinación con las armas son síntomas que deben tomarse en serio.

Pereira sostiene que la solución está en el trabajo preventivo constante:

“Los colegios no deben esperar a que aparezca una amenaza para actuar. Necesitamos construir espacios seguros, donde los adolescentes puedan expresarse sin miedo al ridículo ni al castigo. Donde la salud mental sea tan prioritaria como las matemáticas o el idioma”.

Una realidad global que ya no se puede ignorar

Los tiroteos en escuelas ya no son un problema exclusivo de ciertos países. El acceso a información violenta, la influencia de redes sociales, la falta de apoyo emocional y el debilitamiento del núcleo familiar crearon condiciones para que estas conductas puedan reproducirse en cualquier parte del mundo.

En Paraguay, un mensaje en un baño fue considerado una amenaza. Podría haber sido una broma. O podría haber sido el primer paso hacia una tragedia, acotó.