09 dic. 2025

Fin de año: qué beneficios son obligatorios

Diciembre llega con un aire distinto, a medida que se encienden las luces navideñas y las empresas ajustan los últimos detalles del calendario anual, miles de trabajadores paraguayos esperan uno de los ingresos más significativos del año, el aguinaldo. Este pago adicional se convrtió en un respiro económico fundamental para enfrentar los compromisos financieros que se multiplican en las últimas semanas del año.

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El peso legal del aguinaldo y su función social

El artículo 243 del Código Laboral determina de forma clara que el aguinaldo debe abonarse antes del 31 de diciembre, sin excepciones ni interpretaciones alternativas. El beneficio equivale a la suma de las remuneraciones percibidas durante el año, dividido por doce, y constituye un derecho irrenunciable para el trabajador.

Más allá del aspecto legal, el aguinaldo cumple una función social clave. Es un ingreso que ayuda a equilibrar el presupuesto familiar en un periodo en el que predominan gastos adicionales: cenas, viajes, obsequios, vestimenta, alimentos y actividades sociales que caracterizan el fin de año. Para muchas familias, este monto representa la diferencia entre cerrar el año con tranquilidad o con tensión financiera.

El debate sobre los incentivos adicionales

A pesar de que la tradición paraguaya estuvo marcada durante décadas por las canastas navideñas, convivios empresariales y regalos institucionales, la normativa laboral no obliga a las empresas a ofrecer estos beneficios. La entrega de presentes, bonos especiales o eventos festivos no forma parte de ningún mandato legal, sino de una práctica voluntaria, muy ligada a la cultura corporativa y la situación económica de cada compañía.

El especialista en empleo Enrique López Arce señaló reiteradamente que estos gestos de reconocimiento pueden tener un valor intangible pero poderoso ya que fortalecen el sentido de pertenencia, alimentan la motivación y repercuten en el clima laboral. De acuerdo con sus análisis, un trabajador que se siente apreciado tiende a elevar su productividad, mostrar mayor creatividad y asumir con mayor compromiso los desafíos del año entrante.

Muchas empresas, incluso en tiempos complejos, optan por ofrecer detalles simbólicos, desde tarjetas personalizadas o pequeños obsequios, hasta almuerzos de cierre de año. En firmas más grandes, los eventos corporativos suelen ser una instancia para reforzar vínculos y comunicar objetivos para el año siguiente.

La preferencia del trabajador: el dinero por encima del festejo

Sin embargo, la realidad económica actual está modificando costumbres históricas. Una encuesta reciente impulsada por López Arce, con 2.000 participantes, reveló una tendencia inequívoca: el 97% prefiere recibir dinero antes que asistir a una fiesta de fin de año o recibir una canasta de productos.

Este dato marca un giro cultural significativo. Mientras en décadas anteriores la fiesta empresarial era considerada un momento esperado, hoy el encarecimiento de la vida cotidiana —impulsado por el aumento de precios de alimentos, transporte, combustibles y artículos básicos— hace que el efectivo sea percibido como la opción más útil y necesaria.

El costo de la carne, la presión del alquiler, las cuotas de crédito y los gastos de educación hacen que el trabajador priorice lo práctico por sobre lo simbólico. Incluso regalos tradicionales, como electrodomésticos o vales, pierden valor frente a la necesidad de cubrir gastos inmediatos.

La perspectiva empresarial ante un nuevo escenario laboral

Desde el lado de las empresas, diciembre representa también un momento estratégico: definir cómo cerrar el año sin descuidar las finanzas internas ni desatender el bienestar del equipo. Muchas firmas, especialmente las pequeñas y medianas, deben evaluar con cuidado si pueden asumir extras más allá del aguinaldo obligatorio.

La inflación, la variabilidad económica y los ajustes de costos operativos han llevado a que algunas compañías reduzcan sus presupuestos de actividades sociales. Sin embargo, consultores en recursos humanos advierten que, incluso en escenarios ajustados, es posible ofrecer reconocimiento simbólico sin requerir grandes gastos. A veces, cartas personalizadas, agradecimientos públicos o medallas de mérito tienen un impacto emocional mayor que un evento masivo.

Un fin de año marcado por emociones y decisiones

En definitiva, diciembre combina expectativas, obligaciones legales y decisiones estratégicas. El aguinaldo continúa siendo un derecho firme que garantiza estabilidad financiera en un mes de alto consumo. Pero los regalos tradicionales, las canastas y los festejos quedan sujetos a la voluntad y posibilidades de cada empleador.

Lo cierto es que, en un Paraguay donde el costo de vida presiona cada vez más, la preferencia por el dinero refleja una necesidad genuina de los trabajadores. Y aunque las fiestas corporativas sigan teniendo un valor social, la realidad económica redefine prioridades.

El cierre del año se convierte así en un termómetro del vínculo entre trabajadores y empleadores: un espacio donde la gratitud, el respeto y la empatía pueden tener un impacto tan importante como cualquier obsequio material.