Si bien muchas personas actúan por sensibilidad y empatía, las autoridades recuerdan que abrigar a los animales no es un gesto voluntario ni de caridad, es una obligación legal.
Héctor Luis Rubín, director de Bienestar Animal, fue categórico al respecto.
“Todavía hay personas que tratan a los animales como si fueran objetos, y eso no puede seguir ocurriendo”
Recordó que el artículo 27 de la Ley de Protección Animal establece de forma clara que los animales deben estar protegidos de las inclemencias del tiempo, y que su bienestar no depende de la voluntad del dueño, sino de un mandato legal.
La ley exige que los animales tengan un lugar seco y adecuado para dormir, con abrigo suficiente y protección contra el frío o el calor extremo, según la especie. Además, deben contar con espacio suficiente para moverse y recibir cuidados básicos como alimentación, agua y asistencia veterinaria cuando sea necesario. “Adoptar una mascota no puede ser un impulso emocional. Es una responsabilidad que requiere evaluar si la persona está en condiciones de cuidar adecuadamente al animal”, subrayó Rubín.
El funcionario también mencionó que la Dirección Nacional de Bienestar Animal puede imponer sanciones administrativas por maltrato o negligencia. Y cuando el caso reviste gravedad —como abandono prolongado, agresiones o situaciones que impliquen sufrimiento—, se da intervención al Ministerio Público. “La ciudadanía tiene que denunciar estos hechos. Las leyes existen y se aplican, pero necesitamos la colaboración de todos, especialmente en días fríos donde la exposición puede significar la muerte para muchos animales”, recalcó.
Del abrigo al corazón: ¿qué pasa cuando una mascota fallece?
El cuidado animal, sin embargo, ya no se limita únicamente al aspecto físico. A medida que las mascotas son cada vez más integradas a los hogares como miembros de la familia, su presencia deja una huella emocional profunda. Y cuando se produce una pérdida, también se genera un vacío que puede alterar el equilibrio emocional de una persona.
En este contexto, surge un nuevo debate en el ámbito laboral: ¿debería una persona recibir permiso por duelo ante la muerte de su mascota?
Empresas denominadas pet friendly —que permiten el ingreso de animales en sus instalaciones o brindan beneficios asociados al bienestar animal— comenzaron a poner sobre la mesa este tipo de licencias. Si bien en Paraguay no existe aún un marco legal que contemple este tipo de permisos, el tema ya se discute con seriedad en otros países.
El experto en empleos Enrique López Arce plantea que es momento de dar el paso hacia una política laboral más empática. “Cuando una persona pierde una mascota que estuvo a su lado 10 o 15 años, está viviendo un duelo. Va al trabajo, sí, pero está ausente, desconectado. Eso es presentismo mentiroso, y afecta la productividad tanto como una ausencia física”, explicó.
López Arce recuerda que el artículo 62 de la Ley 213/93 contempla los denominados “permisos especiales” por motivos como enfermedad, fallecimiento de familiares cercanos o situaciones particulares. Sin embargo, no se menciona la pérdida de una mascota, lo que deja este duelo en un limbo legal y emocional.
No obstante, varios países ya comenzaron a legislar o incorporar de forma voluntaria este tipo de licencias. En Reino Unido, algunas empresas otorgan uno o dos días de permiso por la muerte de una mascota. En Japón, donde el vínculo emocional con los animales es profundamente valorado, compañías como Nissei Eco permiten a sus empleados tomarse días libres según el tamaño del animal fallecido, entendiendo que un perro o un gato pueden ocupar un lugar similar al de un hijo en la vida de una persona.
En Estados Unidos, empresas como Mars Petcare, dedicada precisamente al rubro animal, ofrecen tiempo libre remunerado ante la pérdida de un animal de compañía. Lo mismo ocurre en compañías como Kimpton Hotels o Trupanion, que consideran este tipo de licencia como parte de una política de bienestar emocional integral.
“Esto no es una imposición legal, sino una sugerencia con base en la productividad”, aclaró López Arce. “Brindar aunque sea medio día de permiso por duelo no es un gasto, es una inversión en el clima laboral y en la salud emocional de los trabajadores. Las empresas que acompañan estos procesos demuestran que valoran a su gente”.
El vínculo humano-animal: una nueva dimensión de la empatía
Este cambio de mirada no es casual. Diversos estudios en psicología han confirmado que el duelo por una mascota puede generar los mismos niveles de angustia que la pérdida de un ser humano cercano. Según un informe de la Universidad de Hawái, el 30% de los dueños de mascotas atraviesan un proceso de duelo que puede durar meses, con síntomas como insomnio, ansiedad, tristeza profunda y disminución de la productividad.
En Paraguay, este debate recién comienza a asomar. Pero en una sociedad que avanza hacia el reconocimiento del bienestar animal como una causa transversal, el siguiente paso natural es comprender que las emociones que generan los vínculos con los animales también deben tener lugar en los espacios laborales.
Así como proteger del frío a las mascotas es un mandato legal que refleja un cambio cultural en marcha, habilitar licencias por duelo es otra forma de asumir que los animales no son cosas, sino compañeros de vida. Y que cuando se van, dejan un vacío que merece ser reconocido, comprendido y, al menos por un día, acompañado.