Núñez, destacó la necesidad de un liderazgo democrático que priorice el bienestar del país por encima de los intereses personales y partidarios. “Para lograr un cambio real en Paraguay necesitamos tener un liderazgo que sea democrático, que ponga primero al país por encima de los egos personales e intereses partidarios, que sea capaz de integrar y convocar”, afirmó.
La ex candidata insistió en que es fundamental construir una gran coalición que incluya a todos los ciudadanos, más allá de las fronteras partidarias. Según Núñez, esta coalición debe tener un norte claro y ser inclusiva, abarcando a diversas fuerzas políticas y sociales que compartan el objetivo común de transformar Paraguay.
En cuanto al retorno de Mario Abdo Benítez, Núñez reconoció que la reorganización de su facción dentro del Partido Colorado puede ser una estrategia interesante para frenar el avance de un proyecto de control absoluto del poder en la república. Sin embargo, advirtió que esto no es suficiente para garantizar la defensa de la democracia. Para ella, defender la democracia también significa promover la alternancia en el poder, un aspecto que, según dice, se ha mantenido estancado en Paraguay, contribuyendo a su crisis actual en áreas clave como educación, salud, empleo y seguridad.
Núñez también reflexionó sobre el posible impacto del regreso de Abdo en las próximas elecciones. Mientras que su retorno podría ayudar a reorganizar la disidencia dentro del partido, también podría profundizar la división interna que el liderazgo de Horacio Cartes busca evitar. No obstante, ella ve en esta reorganización de fuerzas una oportunidad para fortalecer la oposición a Cartes y explotar el clivaje dentro del Partido Colorado.
Finalmente, Núñez planteó la posibilidad de una escisión dentro del Partido Colorado como un paso hacia la renovación política en Paraguay. Según ella, si las diferencias entre las dos facciones del partido son tan marcadas como parecen, una ruptura podría ser un movimiento hacia un cambio real. Sin embargo, cuestionó si los líderes actuales estarían dispuestos a sacrificar el poder en nombre de la democracia, o si seguirán priorizando los intereses del partido por encima del país.