14 sept. 2025

Enfermedades respiratorias, cánceres y estrés siguen castigando a sobrevivientes del 11-S

Se cumplen 24 años del mayor atentado sufrido por Nueva York y, alrededor de 130.000 personas figuran como pacientes por innumerables enfermedades que guardan relación al hecho. Hasta 2024, 360 bomberos que trabajaron en los rescates, habían muerto.

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Este jueves se cumplen nada menos que 24 años del atentado terrorista a Estados Unidos del 11 de septiembre, el peor ataque registrado en la historia del país y conocido mundialmente como el “11 S”.

Cronología de los hechos
Durante las primeras horas del 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones, dos de United Airlines y dos de American Airlines, fueron secuestrados por 19 terroristas pertenecientes a Al Qaeda. Dos de los cuatro vuelos se impactaron en las Torres Gemelas del World Trade Center, mientras que el tercero se estrelló en el Pentágono y el cuarto en un campo de Pennsylvania. Se cree que este último estaba destinado a estrellarse en el Capitolio, pero la tripulación lo evitó.

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Lastimosamente un total 2.977 personas perdieron la vida en el atentado, de las cuales, el 92% corresponden a víctimas de Las Torres Gemelas, que fue la zona más afectada. Además de los decesos, alrededor de 6.000 personas más resultaron heridas, mientras que millones de ciudadanos terminaron con traumas psicológicos.

Un polvo altamente contaminado abrazó la zona
En las horas que siguieron al atentado a Nueva York, una enorme columna de humo y polvo se elevó por el Bajo Manhattan. El aire continuó llenándose de polvo con la llegada apresurada de los equipos de rescate al World Trade Center, y más tarde, con la limpieza de la enorme maraña de metal retorcido, vidrio y hormigón.

Durante las semanas posteriores, el humo que se elevó del lugar del incendio también transportaba partículas ultrafinas de hollín (sustancia negra y grasienta formada por la combustión incompleta de materiales orgánicos como madera o combustibles), combustible para aviones sin quemar, junto con vapores de plástico y madera quemados.

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Y, aunque los que vivían y trabajaban en la zona intentaron seguir adelante con sus vidas en medio del aire contaminado, investigaciones posteriores mostraron que el polvo arrojado por el derrumbe contenía además amianto, metales pesados, plomo y productos químicos tóxicos como hidrocarburos aromáticos policíclicos.

Impacto en la salud de miles de sobrevivientes, incluso hasta el día de hoy
Los efectos a largo plazo en las personas atrapadas en la catástrofe y en quienes intentaron ayudar están empezando a revelarse más de 20 años después. De hecho, cerca de 130.000 personas siguen inscritas en el Programa de Salud del WTC, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU.

Entre los problemas de salud que afectan a quienes estuvieron expuestos al polvo y al humo el 11-S se encuentran cánceres, enfermedades autoinmunes, asma, enfermedades respiratorias y trastorno de estrés postraumático persistente (TEPT). Otros sufren problemas gástricos, trastornos de ansiedad y depresión. También se ha informado de una amplia gama de cánceres.

De la cifra de 130.000, más de 82.000 son personas que fungían de trabajadores y voluntarios que se apresuraron a participar en las tareas de rescate o ayudaron a limpiar los escombros del World Trade Center en los meses posteriores al 11-S.

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Otras 44.000 eran personas que estaban trabajando, en la escuela o en hogares de acogida dentro del Área de Desastre de la Ciudad de Nueva York, cuando las torres cayeron y la nube de polvo envolvió la ciudad.

Hasta diciembre de 2023, 6.781 de las personas registradas en el programa ya habían muerto por una enfermedad o cáncer relacionado con su estancia cerca o en la Zona Cero. Además, en septiembre de 2024, se anunció que más de 360 bomberos, técnicos de emergencias médicas y miembros del departamento, han muerto por enfermedades relacionadas con el 11-S, más que las 343 personas que acudieron a trabajar tras los atentados.

Finalmente, las enfermedades cardiovasculares son sustancialmente más frecuentes entre los que se involucraron en las tareas de ayuda del 11-S que entre la población general, especialmente entre las mujeres.