21 oct. 2025

Un sistema que se cae a pedazos: la crisis del transporte público en Paraguay

El transporte público en el área metropolitana enfrenta una crisis que parece no tener fin. A diario, miles de personas deben lidiar con unidades viejas, mal mantenidas y en número insuficiente, una situación que afecta tanto a los usuarios como a los propios choferes, quienes trabajan bajo condiciones extenuantes y sin garantías mínimas de seguridad.

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Un sistema que avanza a paso lento

Aunque el debate sobre la calidad del transporte público lleva años, los avances reales siguen siendo mínimos. La mayoría de las unidades que circulan por Asunción y ciudades vecinas superan ampliamente la década de uso. En muchos casos, presentan fallas mecánicas, problemas eléctricos y sistemas de freno deteriorados, lo que representa un peligro constante para pasajeros y conductores.

Pedro, chofer de una conocida línea metropolitana con 18 años de experiencia, revisa los frenos de su colectivo antes de iniciar otro viaje. “Este colectivo ya no debería estar circulando, pero si no salgo a trabajar, no cobro”, confiesa.

“A veces los frenos no responden, el aire no funciona, y ni hablar del calor. ¿Sabés cuántas veces tuve que bajar pasajeros porque salía humo del motor? Nadie hace nada. Y si te quejás, te reemplazan”, agrega con resignación.

Los usuarios también se cansaron de esperar

Mientras los choferes enfrentan largas jornadas y presiones laborales, los pasajeros viven su propio calvario. Las demoras son cada vez más frecuentes y las unidades disponibles no alcanzan para cubrir la demanda.

María González, empleada doméstica de 42 años que viaja todos los días desde Luque hasta el centro de Asunción, cuenta su experiencia:

“A veces espero más de una hora bajo el sol o la lluvia. Cuando finalmente llega el bus, ya viene lleno y tenemos que subir igual, colgados en la estribera. Es peligroso, pero si lo dejo pasar, llego tarde al trabajo. Los colectivos están rotos, con los asientos sueltos o sin aire. Pagamos un pasaje caro para viajar como animales.”

La situación de María es la de miles de paraguayos que dependen del transporte público para trabajar, estudiar o atender sus necesidades diarias. Sin embargo, la falta de control, la mala gestión y la escasa inversión mantienen al sistema en un estado crítico.

Un reclamo que no encuentra respuesta

Los reclamos se repiten año tras año. Los gremios de choferes piden la renovación de la flota, mejores condiciones laborales y jornadas más humanas, mientras que los usuarios exigen un servicio digno y seguro. Las promesas de mejora —como la incorporación de buses con aire acondicionado, la digitalización del cobro del pasaje o el control electrónico de flota— avanzan lentamente o quedan a mitad de camino.

El Viceministerio de Transporte anunció en reiteradas ocasiones programas de renovación y fiscalización de unidades, pero los resultados aún no se perciben en la calle. La falta de control efectivo sobre las empresas concesionarias, sumada al incumplimiento de las normativas, mantiene al sistema en un ciclo de deterioro continuo.

Más que un servicio, una necesidad básica

El transporte público no solo es un medio de movilidad: es un elemento esencial para garantizar derechos básicos como el acceso al trabajo, la educación y la salud. Sin embargo, tanto los usuarios como los trabajadores coinciden en que el sistema actual no cumple con ese propósito.

“Nosotros también sufrimos arriba del volante”, dice Pedro antes de volver a su recorrido. “Pero hasta que alguien decida cambiar las cosas en serio, todo va a seguir igual: buses chatarras, choferes agotados y pasajeros viajando con miedo.”