Días atrás, Brasil fue noticia a nivel mundial mediante el caso de Gerson de Melo Machado, un joven de 19 años que murió brutalmente al lanzarse a la jaula de una leona en un zoológico. El mismo, por circunstancias en ese entonces desconocidas, escaló el muro de seis metros para luego descender hasta el interior de la jaula.
El único felino que se encontraba en la zona era “Leona”, una leona que se encontraba reposando hasta que, se percató de que “vaqueirinho”, conocido así dentro del mundo delincuencial de Brasil, se aprestaba a violar su privacidad.
En redes, se hizo viral un video del preciso momento en que el joven, trepado a una palmera, a pesar de notar la presencia del animal al pie de la misma, baja hasta un matorral e inmediatamente es atacado por el enorme animal. Tras unos intentos de defenderse, finalmente cae al piso y ya no vuelve a levantarse. El cuerpo, totalmente maltratado y prácticamente desmembrado, fue rescatado más tarde.
Lo que se dio a conocer
Inmediatamente, la prensa brasileña presentó el caso de la siguiente manera: un joven de solo 19 años, con innumerables antecedentes y varias entradas a la cárcel, decidió asaltar la jaula de una leona y encontró la muerte.
De hecho, era conocido por autoridades policiales por hechos diversos delictivos, incluyendo daños y hurto, además de otros actos cometidos cuando era menor de edad.
Serio trastorno mental
Sin embargo, la verdad detrás de lo que llevó a “vaqueirinho” a decidir acabar con su vida como presa de una leona, es que el mismo padecía un trastorno mental, según comentó más tarde Verónica Oliveira, quien se desempeñó como consejera Gerson de Melo, desde que éste tenía tan solo 10 años.
“Vaqueirinho”, a sus cortos 10 años fue encontrado vagando en una autopista, pues su madre sufría de esquizofrenia y había perdido la custodia sobre el niño. Sus dos abuelas también padecían la misma enfermedad, por lo que ninguna pudo cuidarlo.
Tenía cuatro hermanos, quienes fueron adoptados por nuevas familias, mientras que, “vaqueirinho”, quien tuvo que crecer en centros de acogida, nunca pudo encontrar un hogar por su esquizofrenia y, al cumplir los 18 años tuvo que abandonar los centros por ser mayor de edad.
Quien fuera su tutora, comentó en sus redes sociales que el chico no tenía ninguna noción de riesgo, que le gustaban los animales y, que ”de pequeño decía que iba a ir a África de safari para domar leones”.
A partir de la mayoría de edad, empezó a cometer pequeños delitos, una y otra vez, ingresando a la cárcel, donde recibía tratamiento y luego volvían a soltarlo. Funcionarios penitenciarios aseguraron que el joven se comportaba como un “niño de 5 años” y que necesitaba más ayuda de lo que le podrían brindarle en prisión.
“Sus alucinaciones lo llevaban constantemente a desconectarse de la realidad; soñaba con domar leones y viajar a África”
“Como sociedad debemos ser más empáticos”
Sobre el caso, el médico pediatra Robert Núñez, a través de sus redes sociales lamentó los comentarios que muchos cibernautas hicieron, juzgando a la víctima por tener antecedentes y deshumanizándolo totalmente la situación. Hizo incluso, un llamado a las personas, a tener en cuenta la salud mental.
“Duele aún más leer cómo muchas personas opinan con liviandad, desde la comodidad de un teléfono, sin comprender el sufrimiento ni la complejidad de los trastornos mentales.
Duele, porque detrás de cada historia así, hay un niño que alguna vez necesitó ayuda, contención, oportunidades… y no las tuvo”, expresó.
Agregó que la víctima “creció sin una red familiar, pasó por instituciones, calles, prácticas psiquiátricas, múltiples detenciones y situaciones de riesgo extremo. Sus alucinaciones lo llevaban constantemente a desconectarse de la realidad; soñaba con domar leones y viajar a África”, mencionó en relación a “vaqueirinho”.
Finalmente, destacó la importancia del cuidado de la salud mental de las personas. “La salud mental importa, importa en la infancia, importa en la adolescencia y sigue importando toda la vida. Y como sociedad debemos ser más empáticos, más responsables y menos crueles. Estar detrás de una pantalla no nos da derecho a deshumanizar a nadie”, cerró.