20 sept. 2025

“Reina de la Primavera” en colegios: ¿tradición o riesgo para los niños?

Especialistas advierten sobre los efectos emocionales y sociales de estas prácticas durante los festejos por el Día de la Juventud y la Primavera.

niñas.jpg

Cada 21 de septiembre, en Paraguay, se celebra el Día de la Juventud y de la Primavera. Es una fecha que tradicionalmente llena de color las instituciones educativas con festivales, desfiles, competencias deportivas, exposiciones artísticas y actividades recreativas.

El objetivo central suele ser rendir homenaje a los jóvenes y celebrar la llegada de una estación asociada a la alegría, la vitalidad y los nuevos comienzos.

Sin embargo, en los últimos años se han observado en algunas escuelas la inclusión de concursos de belleza, donde niños y adolescentes compiten por títulos como “Reina de la Primavera” o “Míster Juventud”. Esta práctica generó opiniones divididas ya que para algunos, es solo una forma de diversión y tradición; para otros, representa un riesgo en el desarrollo psicológico de los más pequeños.

Para entender mejor este fenómeno, entrevistamos al psicólogo infantil y adolescente, Dr. Ricardo Gómez, quien aporta su visión profesional sobre las consecuencias y alternativas a este tipo de certámenes.

—¿Es recomendable que las escuelas organicen concursos de belleza como parte de los festejos?

“El contexto escolar debería priorizar el aprendizaje, la integración y el desarrollo de talentos. Cuando se introducen concursos de belleza, el centro de atención pasa a ser la apariencia física. Esto no solo es poco recomendable, sino que puede ser perjudicial. Se transmite la idea de que la aceptación social depende de cómo uno se ve, y no de sus capacidades, valores o esfuerzo. En lugar de promover la diversidad, se refuerzan estereotipos de belleza que muchas veces son inalcanzables.”

—¿Cómo afecta emocionalmente a los niños y adolescentes?

“El impacto es profundo y no siempre visible de inmediato. Los niños que no ganan o que no cumplen con ciertos estándares pueden sentirse rechazados o menos importantes. Esto genera ansiedad, frustración, baja autoestima y problemas de autoimagen. En la adolescencia, que es una etapa marcada por la búsqueda de identidad, este tipo de experiencias puede dejar huellas emocionales más duraderas, potenciando conductas de comparación constante o insatisfacción con su propio cuerpo.

Además, quienes resultan elegidos como ganadores también pueden verse afectados. Se les coloca en un rol donde la validación externa —los aplausos, las coronas, los títulos— se vuelve un elemento central de su identidad, lo que los hace más vulnerables a la presión social.”

—¿Existen riesgos sociales más amplios?

“Sí. Estos concursos fomentan la competitividad basada en lo superficial, en lugar de promover la cooperación, la empatía y el respeto. También perpetúan patrones culturales donde la belleza se entiende de manera limitada, dejando de lado la diversidad de cuerpos, estilos y personalidades. A largo plazo, puede contribuir a normalizar actitudes discriminatorias hacia quienes no encajan en ese molde de belleza tradicional.”

—Entonces, ¿cómo deberían celebrarse el Día de la Juventud y la Primavera en las escuelas?

“El festejo es una gran oportunidad para resaltar la creatividad, la alegría y la inclusión. Se pueden organizar concursos de talentos, ferias culturales, obras de teatro, muestras de ciencia, proyectos ecológicos o competencias deportivas donde todos tengan la posibilidad de participar. Incluso se pueden hacer actividades colaborativas que fortalezcan los lazos entre los estudiantes, como campañas solidarias o festivales de música y danza. La primavera es renovación y vida, y las celebraciones escolares deberían reflejar eso sin dejar a nadie fuera.”

Una mirada crítica necesaria

Si bien para muchos padres y docentes estos concursos forman parte de una tradición aparentemente inofensiva, los psicólogos advierten que no se debe minimizar su impacto.

En una sociedad donde la presión estética y la exposición en redes sociales ya ejercen suficiente influencia sobre los jóvenes, la escuela puede convertirse en un espacio clave para romper con esos patrones y brindar herramientas que fortalezcan la autoestima desde lo emocional, intelectual y social.

La discusión, entonces, no es solo sobre un concurso, sino sobre qué valores transmitimos a las próximas generaciones: ¿queremos que los niños se midan por su apariencia o por su capacidad de crear, compartir y crecer en comunidad?, finalizó el profesional.