Sin embargo, detrás de las conmemoraciones y los festejos, se mantiene una problemática que golpea fuerte, miles de jóvenes siguen sin encontrar un espacio dentro del sistema laboral y educativo.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), alrededor de 180.000 jóvenes paraguayos forman parte del grupo conocido como “ninis”: aquellos que ni estudian ni trabajan. La cifra enciende las alarmas y obliga a reflexionar sobre las consecuencias de esta exclusión social.
Un problema que no debe ocultarse
El especialista en empleos, Enrique López Arce, insiste en que esta realidad no puede ser tratada como un tema secundario. “Cuando un país identifica un problema de esta magnitud, debe reconocerlo y actuar en consecuencia. Los países desarrollados lo enfrentan con programas claros, y Paraguay necesita avanzar en esa dirección”, explicó.
Para el experto, el desafío central radica en brindar a los jóvenes herramientas que les permitan acceder al empleo formal y mantenerse en él. La formación técnica aparece como una de las salidas más efectivas, al responder directamente a la demanda de sectores productivos que requieren mano de obra calificada.
Primer empleo y pasantías, un puente necesario
Otro de los aspectos resaltados por López Arce es la necesidad de fortalecer los programas de primer empleo y las pasantías. Estos mecanismos funcionan como un enlace entre lo aprendido en el aula y las exigencias del mundo laboral. “El joven muchas veces se capacita, pero al no contar con experiencia, encuentra un muro. Esa primera oportunidad es vital para evitar que caiga en la frustración”, remarcó.
Alianzas estratégicas y modernización educativa
El especialista subraya que superar el problema requiere de un trabajo conjunto entre el sector público, el privado y las instituciones académicas. La articulación entre estos tres actores puede generar proyectos sostenibles que integren a los jóvenes en actividades productivas, fomentando la innovación y el emprendedurismo.
En paralelo, López Arce recalca la necesidad de modernizar el sistema educativo. “No basta con capacitaciones tradicionales. La revolución digital cambió la forma de producir y consumir, y los jóvenes deben estar preparados para ese escenario”, afirmó, al señalar que la incorporación de tecnología y nuevas metodologías es clave para que la educación acompañe los cambios del mercado laboral.
Oportunidades para frenar la migración
Más allá de la formación, López Arce plantea que también se debe trabajar en el aspecto motivacional. “El joven necesita creer en que su esfuerzo tendrá resultados. Cuando no encuentra oportunidades en su propio país, la migración se convierte en la única salida. Eso significa pérdida de talento, de creatividad y de futuro”, advirtió.
Un capital humano que no debe desperdiciarse
Paraguay, asegura el experto, cuenta con una juventud creativa y llena de energía. El reto está en canalizar ese potencial hacia proyectos que aporten al desarrollo económico y social. “Si no se generan las condiciones para que los jóvenes encuentren su lugar, el país corre el riesgo de desperdiciar un capital humano invaluable”, concluyó.
En este Día de la Juventud, la celebración se mezcla con la urgencia de encarar políticas públicas más audaces. El desafío es claro, transformar la exclusión en oportunidades, y convertir la energía juvenil en el motor de un Paraguay más justo, innovador y productivo, acotó el experto.