22 oct. 2025

Nutrición infantil: sembrar hábitos saludables es invertir en el futuro

Formar buenos hábitos de alimentación y cuidado desde la infancia no es solo una cuestión de salud inmediata, sino una verdadera inversión para toda la vida. Los especialistas coinciden en que la niñez es la etapa más propicia para incorporar costumbres que luego se mantienen en la adultez y determinan, en gran medida, la calidad de vida.

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Así lo afirmó el doctor Miguel Pakraván, pediatra y coordinador del área de Pediatría del Policlínico Hospital de Especialidades Quirúrgicas Ingavi del Instituto de Previsión Social (IPS), quien sostiene que “la educación en hábitos saludables desde los primeros años tiene un impacto directo no solo en el cuerpo, sino también en la mente y las emociones”.

“Los hábitos adquiridos en la niñez acompañan a las personas toda la vida. Alimentarse bien, dormir bien y moverse con regularidad son factores que influyen en el crecimiento, el aprendizaje y la felicidad”
Doctor Miguel Pakraván.

El aprendizaje comienza en casa

Los niños no aprenden solo por lo que se les dice, sino por lo que ven a diario. Por eso, el rol de los padres y cuidadores es fundamental. “Los adultos son el principal modelo de conducta. Un niño que observa a su familia comer frutas, cepillarse los dientes o salir a caminar, lo imitará naturalmente”, explicó el doctor Pakraván.

El especialista también destacó que pequeños cambios pueden marcar grandes diferencias: reemplazar gaseosas por agua, incluir verduras en cada comida o reducir el uso de pantallas durante las comidas. “Las rutinas familiares son el terreno donde se siembran los hábitos más duraderos”, remarcó.

Más allá de la comida: el bienestar integral

La salud infantil no se limita a lo que hay en el plato. El pediatra subrayó la importancia de mantener un equilibrio entre la alimentación, la actividad física, el descanso y la salud emocional.

“El niño que duerme bien, realiza alguna actividad física y come de forma equilibrada tiene más capacidad de concentración, mejor rendimiento escolar y menos probabilidades de desarrollar ansiedad o problemas de conducta”, puntualizó.

Incorporar rutinas de higiene personal, movimiento y relajación ayuda a fortalecer la autoestima, la autonomía y la capacidad de tomar decisiones saludables a futuro. Según Pakraván, “cuando los niños aprenden a cuidar de sí mismos, no solo crecen más fuertes, sino también más seguros y felices”.

El impacto en la salud a largo plazo

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que los malos hábitos en la infancia están estrechamente vinculados al aumento de enfermedades crónicas en la adultez, como la diabetes, la hipertensión o la obesidad. En ese sentido, el doctor Pakraván recordó que “prevenir es siempre más fácil y menos costoso que tratar”.

Un estilo de vida saludable desde los primeros años puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar dolencias metabólicas y cardiovasculares. Además, fomenta una relación positiva con la comida y el cuerpo, algo fundamental en una época donde el sedentarismo y las dietas poco equilibradas predominan.

Educar para un futuro más sano

En el ámbito escolar también se puede reforzar la educación en salud. Programas de alimentación saludable, huertas escolares o talleres de cocina pueden ser aliados clave en este proceso. Sin embargo, el compromiso debe ser conjunto: escuela, familia y comunidad.

“El mensaje debe ser coherente. No sirve enseñar sobre frutas en clase si en casa solo hay alimentos ultraprocesados. Los niños necesitan coherencia entre lo que escuchan y lo que ven”, afirmó el pediatra.

Pequeños pasos, grandes resultados

El doctor Pakraván insistió en que no es necesario realizar cambios drásticos. “Cada pequeña mejora en la rutina familiar, por más mínima que parezca, puede tener un efecto profundo a largo plazo. Comer juntos en la mesa, dormir a horario o salir a caminar en familia son gestos simples pero poderosos”, aseguró.

Finalmente, el especialista recordó que educar en salud es enseñar a vivir mejor. “Inculcar hábitos saludables desde la infancia no solo previene enfermedades; también promueve una vida más plena, autónoma y equilibrada. Es, en definitiva, la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos”, concluyó.