01 may. 2025

El rol del docente en tiempos de inteligencia artificial

En tiempos de transformación digital acelerada, la educación ya no se limita a las aulas físicas ni a los libros de texto. Las nuevas generaciones crecen en un entorno donde la inteligencia artificial, las plataformas digitales y las redes sociales forman parte de su cotidianidad. Frente a este escenario, el rol del docente se vuelve más exigente, más complejo y, al mismo tiempo, más necesario que nunca.

docentess.jpg
“Los docentes tienen que estar preparados para usar la tecnología. Hoy se debería poner énfasis en la formación docente”
Carla Fernández, consultora en Educación.

Carla Fernández, consultora en Educación, reflexiona sobre la urgencia de repensar el sistema educativo paraguayo, en especial el de carácter público, ante una realidad donde las tecnologías ya no son una opción, sino una necesidad que atraviesa todos los aspectos de la vida.

La formación docente, el gran punto de partida

Durante décadas, el debate educativo en Paraguay giro en torno a la falta de recursos, infraestructura precaria y bajos salarios. Si bien estos siguen siendo problemas importantes, Fernández advierte que existe una falla estructural aún más profunda: la escasa formación continua de los docentes. “No podemos retroceder en términos de avances tecnológicos. No se trata de resistirse a la inteligencia artificial ni a las nuevas herramientas, sino de aprender a utilizarlas como aliadas. Pero para eso, primero deben estar preparados los docentes”.

Este punto es clave, sin capacitación, cualquier esfuerzo de modernización se vuelve estéril. “No podemos dotar de computadoras si el mismo docente no sabe usarlas”, enfatiza. La entrega de notebooks, tablets o pizarras electrónicas sin acompañamiento técnico ni formación pedagógica es, según Fernández, una de las prácticas más comunes en la región y una de las más ineficientes.

Un ejemplo claro: la pandemia de COVID-19

Durante la pandemia, cuando el cierre de escuelas obligó a migrar de forma repentina a la educación a distancia, se evidenciaron las enormes desigualdades en el acceso y dominio de la tecnología. Mientras en algunos colegios privados el cambio se dio de manera fluida gracias a plataformas como Google Classroom o Zoom, en muchas instituciones públicas los docentes no sabían cómo crear una videollamada o enviar una tarea virtual.

compus.jpg

“No se puede improvisar en educación”, sentencia Fernández. Para ella, todas las medidas posteriores —donaciones, capacitaciones tardías, plataformas gratuitas— fueron simplemente “parches”. La verdadera transformación requiere una política sostenida de formación docente adaptada a los desafíos del siglo XXI.

Tecnología sí, pero sin perder el pensamiento crítico

Fernández advierte sobre el riesgo de caer en un enfoque tecnocrático de la educación. “Hay que tener cuidado con que la educación se incline solo a la tecnología y luego se pierda el pensamiento crítico o científico que los docentes deben fortalecer”, remarca. Las herramientas tecnológicas deben estar al servicio del aprendizaje significativo, no reemplazar el análisis, la comprensión y la reflexión que solo un buen docente puede guiar.

En este sentido, la formación del profesorado debe contemplar no solo habilidades digitales, sino también competencias pedagógicas para integrar estas tecnologías de forma efectiva y ética, sin dejar de lado los valores fundamentales de la educación.

El rezago de la educación pública en Paraguay

“La educación pública en Paraguay todavía tiene mucho por mejorar”, reconoce Fernández. A esto se suma un problema cultural, la desvalorización de la profesión docente. “Debemos empezar como sociedad a revalorizar la labor docente. En otros países mucho más avanzados, ser docente es algo muy prestigioso. Aquí, en cambio, no se ve el gran trabajo que hacen los docentes con los pocos recursos que tienen”.

En países como Finlandia, por ejemplo, el proceso de selección para ingresar a la carrera docente es tan riguroso como para estudiar medicina. Allí, los maestros reciben formación universitaria de cinco años, constantes actualizaciones, salarios competitivos y un alto reconocimiento social. En Corea del Sur, la docencia también se considera una de las profesiones más respetadas y mejor remuneradas del país.

En Paraguay, sin embargo, la situación está alejada de ese ideal. Los docentes del sector público deben enfrentar jornadas extensas, falta de materiales, problemas edilicios y sueldos que muchas veces no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas. Aun así, siguen al frente del aula con vocación y compromiso.

No se puede exigir sin ofrecer herramientas

“Si no se los capacita, no podemos exigir que sean buenos docentes y, por ende, no podemos exigir a los alumnos que sean buenos alumnos”, concluye Fernández. La calidad educativa no puede medirse únicamente por los resultados de los estudiantes, sino también por las condiciones en que trabajan los docentes y las oportunidades que tienen para crecer profesionalmente.

Además, se requiere una visión estratégica desde el Estado que priorice la educación como política central de desarrollo. Invertir en la formación docente es invertir en el futuro del país. Sin ese primer paso, cualquier intento de reforma educativa será incompleto.

El desafío de enseñar en un mundo cambiante

El docente del siglo XXI no solo debe enseñar a leer, escribir o resolver ecuaciones. Debe formar ciudadanos capaces de adaptarse, pensar de forma crítica, convivir en la diversidad y comprender el impacto de la tecnología en sus vidas. Para lograrlo, necesita respaldo, actualización y valoración social, acotó.