Sin embargo, los últimos avances en neonatología, neurociencia y psicología perinatal demostraron que hay un gesto inicial que supera en importancia a cualquier rutina médica: el contacto piel con piel entre la madre y su bebé desde el primer minuto de vida. Este momento, conocido como apego inmediato, se convirtió en una intervención esencial para el desarrollo físico y emocional del recién nacido.
La neonatóloga y docente universitaria Dra. Laura Benítez describe este instante como “una ventana biológica irrepetible en la que el bebé está en estado de alerta tranquila, perfectamente preparado para iniciar el vínculo, regularse fisiológicamente y reconocer a su madre como su primer entorno seguro”.
Diversas organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, consideran el apego inmediato como un estándar de atención que debería garantizarse en todas las maternidades del mundo, siempre que la salud del binomio madre-bebé lo permita.
Un cerebro preparado para el encuentro
El recién nacido llega al mundo con una serie de reflejos y capacidades sensoriales diseñadas específicamente para su supervivencia y su vinculación con la madre. Sus sentidos —especialmente el olfato y el oído— están afinados para reconocer la voz, el olor y el calor materno, que funcionan como señales de seguridad.
La Dra. Benítez explica que “los primeros 60 a 90 minutos constituyen la fase de alerta tranquila, un estado neurofisiológico único en el que el bebé permanece despierto, atento, con los ojos abiertos y una capacidad excepcional para el reconocimiento sensorial. Separarlo en ese momento es interrumpir un proceso natural que ha sido preparado durante semanas dentro del útero”.
Durante esta etapa, el bebé busca instintivamente el pecho. Utiliza sus reflejos primitivos para ponerse en posición, desplazándose con pequeños movimientos que favorecen el inicio de la lactancia sin necesidad de manipulación externa.
Estabilidad fisiológica: el cuerpo encuentra su ritmo en el pecho materno
Además del impacto emocional, el apego inmediato ofrece beneficios clínicos comprobados. Los estudios muestran que cuando el recién nacido se mantiene sobre el pecho desnudo de la madre:
* regula su temperatura con mayor rapidez,
* estabiliza su respiración,
* mantiene mejores niveles de oxigenación,
* reduce el llanto,
* disminuye el cortisol (hormona del estrés),
* y conserva energía.
“Cuando el bebé es separado, su organismo interpreta ese momento como una situación de alarma. Su cortisol aumenta, su llanto se intensifica y su adaptación se vuelve más exigente”, señala la especialista.
El contacto beneficia también a la madre: la liberación de oxitocina favorece la expulsión de la placenta, reduce el riesgo de hemorragias posparto y contribuye a una sensación de calma y conexión emocional.
La lactancia comienza en los primeros minutos
La OMS indica que el apego inmediato es uno de los principales factores que determinan el éxito de la lactancia. Durante este período, el bebé, por instinto, inicia movimientos que lo acercan al pezón. Al estimularlo, favorece la producción de calostro, un fluido rico en anticuerpos que protege contra infecciones y fortalece la microbiota intestinal.
La Dra. Benítez explica que “cuando no se interrumpe ese proceso, la mayoría de los bebés logra un agarre espontáneo y efectivo. Muchos de los problemas de lactancia en las primeras semanas están relacionados con haber perdido este momento clave”.
Una huella emocional que perdura toda la vida
El contacto piel con piel no solo regula funciones corporales; también impacta en la arquitectura emocional del bebé. Las neurociencias han demostrado que las primeras experiencias moldean la forma en que el niño comprenderá el mundo, enfrentará el estrés y establecerá vínculos futuros.
“El primer abrazo transmite un mensaje biológico fundamental: el mundo es un lugar seguro y existe alguien que responde a mis necesidades. Ese mensaje es la base de un apego seguro y tiene repercusiones duraderas en la regulación emocional, la confianza y las relaciones sociales”, sostiene la especialista.
Estudios longitudinales encontraron que los niños que tuvieron apego inmediato desarrollan mejor estabilidad emocional, menor riesgo de ansiedad y mayor autonomía en la infancia.
Humanizar la sala de partos: un reto para los sistemas de salud
Aunque la evidencia científica es contundente, la aplicación del apego inmediato aún presenta desigualdades. En muchos centros de salud persisten rutinas que priorizan procedimientos administrativos por encima del contacto con la madre.
La Dra. Benítez destaca que “ninguna medición es urgente tras el nacimiento. Pesar, medir, vestir o realizar fotografías pueden esperar. El apego inmediato debe ocupar el primer lugar en la atención del recién nacido”.
Incluso en cesáreas, cada vez más hospitales implementan protocolos que permiten colocar al bebé sobre el pecho de la madre mientras se completa la intervención quirúrgica, siempre que ambos se encuentren estables.
El rol del padre o acompañante
Cuando la madre no puede tener el contacto inmediato por razones clínicas, el acompañante designado —padre, pareja o familiar cercano— puede realizar el contacto piel con piel. Aunque no reemplaza la función materna, ofrece al bebé un sostén emocional y una transición menos abrupta.
Lo esencial, según los especialistas, es evitar que el recién nacido viva sus primeros minutos en soledad o en un entorno frío y desconocido.
Evidencia internacional: resultados que cambian políticas de salud
En países con políticas de parto respetado, el apego inmediato es obligatorio y ha demostrado resultados contundentes:
* disminución de la mortalidad neonatal,
* reducción de hospitalizaciones por hipotermia,
* mejor adaptación metabólica,
* mayor duración de la lactancia,
* menor riesgo de depresión posparto,
* y mayor satisfacción materna con la experiencia de nacimiento.
En América Latina, las maternidades que han adoptado esta práctica muestran hasta un 50 % más de éxito en lactancia exclusiva durante los primeros meses.
Un derecho que debe ser garantizado
Cada vez más países reconocen el apego inmediato como un derecho del recién nacido y de la madre. Las leyes de parto respetado insisten en la importancia de favorecer un comienzo de vida basado en el respeto, el acompañamiento y la conexión humana.
La Dra. Benítez resume la relevancia de este momento: “En un sistema de salud lleno de tecnología y protocolos, el acto más poderoso sigue siendo uno profundamente humano. Ese primer contacto define cómo el bebé aterriza en la vida y construye la base emocional sobre la que crecerá”.