La crianza en el siglo XXI se enfrenta a desafíos, marcados por la acelerada evolución tecnológica, el acceso casi ilimitado a la información, y la transformación profunda de los roles familiares.
En este contexto, la paternidad y la maternidad demandan nuevas herramientas, habilidades emocionales y, sobre todo, una profunda disposición a desaprender modelos del pasado.
Para comprender mejor esta realidad, conversamos con el Lic. Miguel Gaona, psicólogo clínico y terapeuta familiar, quien acompaña a padres y madres en procesos de transformación personal y familiar. El especialista afirma que “la crianza actual exige presencia emocional, diálogo continuo y un equilibrio entre el afecto y la autoridad, alejada del modelo tradicional autoritario que imperó durante décadas”.
El legado del autoritarismo: un modelo que ya no funciona
Muchos adultos que hoy ejercen la paternidad fueron criados bajo un enfoque estrictamente autoritario: se valoraba más la obediencia ciega que la expresión emocional, se priorizaba el respeto basado en el miedo y no en el vínculo. “Esa forma de educar funcionaba en un contexto muy distinto, donde los niños eran vistos como seres que debían ser moldeados, no escuchados. Hoy sabemos que esa lógica no solo es obsoleta, sino que puede ser dañina para el desarrollo emocional de un niño”, explica Gaona.
Según el profesional, uno de los errores más frecuentes es repetir, sin cuestionamiento, las prácticas que recibimos en la infancia: gritos, castigos, indiferencia o amenazas. “La buena noticia es que podemos revisar nuestro estilo de crianza. La conciencia de que hay otras formas de educar ya es un gran primer paso”, señaló.
Desafíos contemporáneos: hiperconexión, IA y nuevos vínculos familiares
Criar en el siglo XXI significa lidiar con fenómenos impensables décadas atrás, desde el uso de tablets a los tres años hasta adolescentes que interactúan con inteligencia artificial. Para muchos padres, esto genera ansiedad, desorientación e incluso culpa. “Nos enfrentamos a una realidad inédita. Los chicos hoy aprenden a navegar internet antes que a leer, y los padres muchas veces no saben cómo intervenir, poner límites o acompañar ese proceso”, destaca Gaona.
No se trata de prohibir la tecnología, aclara, sino de enseñar su uso responsable. “El problema no es el celular o la IA. El problema es cuando esos elementos reemplazan la conversación, la convivencia, el juego en familia. La crianza consciente debe promover momentos de conexión real, sin pantallas de por medio”.
El poder del diálogo como herramienta de prevención y contención
Uno de los pilares de una crianza saludable es el establecimiento de una comunicación abierta, fluida y respetuosa desde la primera infancia. “El diálogo no se improvisa a los 15 años. Se construye desde que el niño empieza a hablar. Cuando los chicos saben que pueden expresar lo que sienten sin ser juzgados o castigados, se genera una relación de confianza que dura toda la vida”, afirma el psicólogo.
De acuerdo con su experiencia clínica, la falta de comunicación entre padres e hijos es una de las principales causas de conflictos familiares, problemas de conducta, consumo de sustancias o aislamiento emocional en los adolescentes. “El silencio entre padres e hijos muchas veces es más peligroso que cualquier influencia externa. La mejor prevención siempre será una buena conversación”, remarcó.
Normas claras sin gritos: educar con firmeza y afecto
Para Gaona, uno de los malentendidos más comunes es pensar que una crianza sin autoritarismo es sinónimo de permisividad. “Nada más lejos. Los niños y adolescentes necesitan límites, pero esos límites deben ser explicados, consensuados cuando se puede, y sostenidos con amor. No hace falta gritar ni amenazar para que te respeten”, aclaró.
Entre las recomendaciones que ofrece a las familias que acompaña están, establecer rutinas, fomentar hábitos saludables, generar espacios de diálogo cotidiano, y sobre todo, dar el ejemplo. “No se puede pedir a un hijo que no use el celular en la mesa si los padres lo están mirando todo el tiempo. La coherencia es fundamental”, subraya.
Transformación personal: cuando la crianza también educa a los padres
Una de las reflexiones más profundas que surgen al hablar de crianza consciente es que este proceso también transforma a quienes cuidan. “Criar bien a un hijo implica revisarte todo el tiempo. Ser capaz de decir: ‘esto no está funcionando’, ‘esto lo estoy haciendo como mi padre y no me gusta’, ‘esto tengo que cambiar’. Y eso requiere humildad y mucho trabajo personal”, expresó el terapeuta.
De hecho, muchos padres reconocen que fue gracias a la intervención de sus parejas, psicólogos o educadores que pudieron identificar conductas autoritarias que creían normales. “Yo mismo tuve que reaprender a comunicarme con mis hijos. Mi esposa fue clave en ayudarme a reconocer cuándo estaba siendo demasiado rígido o poco empático. Nos tocó aprender a compartir más, a dialogar, a construir reglas en conjunto”, comentó un padre durante una sesión de terapia familiar, citado por Gaona.