En Paraguay, hospitales públicos y privados reportan un aumento sostenido de estos nacimientos en los últimos años, situación que obliga a fortalecer los programas de seguimiento y la contención emocional a padres que enfrentan un proceso tan delicado como inesperado.
Una fecha que visibiliza historias, temores y esperanzas
El Día Mundial del Niño Prematuro no solo busca homenajear a los pequeños que luchan por sobrevivir desde sus primeros días de vida, sino también sensibilizar a la sociedad sobre la complejidad del camino que atraviesan ellos y sus cuidadores.
Lejos del imaginario que reduce la prematuridad a un “nacimiento adelantado”, los especialistas explican que se trata de una condición con impacto en todas las áreas, médica, emocional, económica, social y psicológica.
Paraguay ante la prematuridad: desafíos del sistema de salud
En establecimientos como el Hospital San Pablo, reconocido por su área neonatal, los equipos multidisciplinarios trabajan de manera integrada para acompañar a las familias desde el primer momento.
La doctora Leticia Zapata, directora de Servicios, afirma que el proceso de internación suele ser largo y desgastante, por lo que se vuelve indispensable crear un entorno que brinde información, apoyo emocional y acompañamiento profesional.
“Organizamos charlas permanentes con padres y cuidadores para que entiendan qué implica una internación neonatal, cómo deben interactuar con su bebé dentro de terapia y qué cuidados deben continuar una vez que regresan a casa”, explicó.
El alta no es el final: comienza otra etapa
Los bebés que nacen antes de tiempo requieren una vigilancia sostenida durante meses o incluso años. El control del neurodesarrollo, la estimulación temprana, el seguimiento de la vista, la audición y la función pulmonar son pilares fundamentales para garantizar que el niño se acerque lo más posible a un desarrollo típico.
Zapata recalca que el éxito del tratamiento depende en gran parte de la continuidad de estos controles. “Una intervención precoz puede cambiar por completo la calidad de vida futura del niño. Muchas secuelas pueden prevenirse si se detectan a tiempo”.
Qué significa nacer prematuro: una carrera contra la inmadurez
La Organización Mundial de la Salud clasifica como prematuro a todo bebé que llega al mundo antes de completar las 37 semanas de gestación. Sin embargo, existen categorías:
• Prematuros tardíos: 34 a 36 semanas.
• Prematuros moderados: 32 a 33 semanas.
• Prematuros extremos: menos de 32 semanas.
• Prematuros extremos críticos (“seismecinos”): alrededor de 6 meses de gestación.
Mientras menos tiempo haya pasado en el útero, mayor es la fragilidad. En los recién nacidos muy pequeños, los órganos aún están formando estructuras básicas: los pulmones no producen suficiente surfactante, el cerebro es altamente vulnerable a hemorragias, el corazón requiere asistencia para mantener un ritmo estable y el sistema inmunológico es incapaz de responder ante infecciones comunes.
Por ello, los bebés prematuros pueden necesitar:
• Respiradores o asistencia ventilatoria.
• Nutrición parenteral.
• Cuidado térmico constante.
• Monitoreo cardíaco permanente.
• Atención oftalmológica para prevenir retinopatía del prematuro.
• Contención neurológica para evitar retrasos en motricidad y lenguaje.
El costo emocional y económico de una internación prolongada
La permanencia en terapia neonatal no afecta solo al bebé. Las familias deben reorganizar por completo su vida: trasladarse diariamente al hospital, dejar temporalmente sus trabajos, buscar quién cuide a otros hijos y lidiar con gastos que se multiplican.
“Las internaciones largas generan un impacto enorme en la economía familiar. Pero también traen ansiedad, miedo, agotamiento y una culpa injusta que muchos padres sienten sin tener responsabilidad alguna”, señalan desde el área de Trabajo Social.
Organizaciones civiles en Paraguay comienzan a crear comunidades de apoyo entre padres de prematuros, quienes comparten experiencias, herramientas y contención emocional.
El papel indispensable de los padres en terapia intensiva
La psicóloga Laura Ramírez Nizza, integrante del equipo de salud mental, destaca que en el Hospital San Pablo la terapia neonatal es de puertas abiertas, un modelo cada vez más extendido en el mundo por su impacto positivo.
“Los padres son una parte activa del proceso. Su voz, su presencia y sus caricias tienen un valor terapéutico real. Ayudan al bebé a regular su respiración, estabilizar su ritmo cardíaco y avanzar más rápido en su recuperación”, explicó Ramírez.
El conocido método canguro, que consiste en sostener al bebé en el pecho de los padres, es una de las intervenciones más eficaces para mejorar su evolución, fortalecer la lactancia materna y consolidar el vínculo afectivo.
Más allá del hospital: desafíos a largo plazo
La prematuridad puede generar riesgos que se manifiestan tiempo después, como:
• Trastornos del aprendizaje.
• Problemas de coordinación motriz.
• Déficit de atención.
• Dificultades respiratorias recurrentes.
• Problemas visuales o auditivos.
• Retrasos en el lenguaje.
Por ello, los pediatras insisten en la necesidad de controles regulares durante los primeros años de vida, incluso si el niño parece estar evolucionando bien.
Un llamado a la prevención y a la responsabilidad social
Aunque muchos casos no pueden evitarse, existe una serie de factores de riesgo que deben tratarse desde la salud pública: controles prenatales insuficientes, embarazos en adolescentes, infecciones no tratadas, hipertensión, estrés materno, desnutrición y consumo de tabaco.
Los especialistas coinciden en que es necesario reforzar campañas informativas, garantizar acceso a controles prenatales de calidad y fortalecer la capacidad de los servicios neonatales del país.
El Día Mundial del Niño Prematuro es, en definitiva, una oportunidad para recordar que cada bebé que llega al mundo antes de tiempo necesita atención especializada, una red de apoyo sólida y un sistema de salud capaz de responder a sus necesidades, finalizó.