La Lic. Verónica Rodríguez, nutricionista, explica que los excesos alimentarios en estas fechas suelen estar vinculados a hábitos previos, emociones acumuladas y creencias culturales muy arraigadas.
“En las fiestas se combinan la ansiedad, el estrés de fin de año y la idea de que ‘todo vale’. Esto lleva a comer sin registrar el hambre real ni las señales de saciedad del cuerpo”, señala la profesional.
El error más frecuente: llegar con hambre extrema
Uno de los principales detonantes de los atracones es pasar gran parte del día sin comer para “compensar” la cena nocturna. Según Rodríguez, esta práctica es contraproducente.
“Cuando una persona llega a la Nochebuena tras muchas horas de ayuno, el cuerpo entra en un estado de urgencia. En ese contexto es muy difícil comer con moderación, porque el cerebro prioriza la ingesta rápida y abundante”, explica.
Además, el consumo de alcohol —habitual en celebraciones— disminuye el autocontrol y altera la percepción de saciedad, lo que favorece comer más de lo necesario.
Factores emocionales y presión social
La nutricionista también advierte que la comida suele ocupar un rol emocional durante las fiestas. Para algunas personas, representa recompensa, consuelo o una forma de aliviar tensiones familiares.
A esto se suma la presión social:
• “Probá un poco más”
• “Es solo una vez al año”
• “Cómo no vas a comer si está todo hecho con cariño”
“Muchas veces se come para no incomodar o para cumplir expectativas ajenas, aun cuando el cuerpo ya está satisfecho”, agrega Rodríguez.
Claves para prevenir atracones y disfrutar la cena
La especialista comparte una serie de recomendaciones prácticas para atravesar la Nochebuena de forma más consciente:
1. Mantener una alimentación regular durante el día
Desayunar, almorzar y merendar ayuda a llegar a la cena con un nivel de hambre controlado y permite elegir mejor qué y cuánto comer.
2. Servirse porciones pequeñas al inicio
Probar los platos típicos es parte del disfrute. “La idea no es prohibirse alimentos, sino moderar las cantidades y evaluar si realmente se desea repetir”, señala.
3. Comer despacio y con atención
Masticar bien, apoyar los cubiertos entre bocados y evitar comer apurado facilita que el cuerpo registre la saciedad a tiempo.
4. Priorizar la conversación y el encuentro
La Nochebuena no gira solo en torno a la comida. Compartir con la familia, conversar y disfrutar del momento reduce el foco exclusivo en el plato.
5. Moderar el alcohol y alternar con agua
El alcohol no solo aporta calorías vacías, sino que estimula el apetito y favorece los excesos.
Después de la cena: sin culpas
La Lic. Rodríguez enfatiza que una comida abundante no define la salud de una persona ni invalida hábitos saludables construidos durante el año.
“La culpa no mejora la digestión ni la relación con la comida. Lo importante es retomar la rutina habitual al día siguiente, hidratarse bien y escuchar al cuerpo”, concluye.
Las fiestas pueden vivirse desde el equilibrio y el autocuidado. Evitar los atracones no significa dejar de disfrutar, sino aprender a hacerlo de manera consciente, respetando las propias necesidades físicas y emocionales. Porque celebrar también es cuidar la salud