03 de Febrero, 2015 | Espectáculos
Película "La Última Tierra" en etapa de posproducción
El director Pablo Lamar y la productora Gabriela Sabaté hablan sobre una película que llega a la etapa final de su desarrollo tras cinco años de trabajo.

Una pareja de ancianos en un lugar recóndito. La mujer muere y el hombre, en soledad, tiene que lidiar con su muerte, tanto en sentido práctico como emocional.
Así es como Pablo Lamar describe a su película, La Última Tierra, un proyecto que nació a mediados del 2009 y comenzó a ser rodado a finales del 2014. El realizador cita dificultades financieras para el retraso en la producción, pero eso no es obstáculo para que el trabajo siga adelante.
Después de haber realizado los cortometrajes Ahendu nde sapukái y Noche adentro, “la incógnita de la existencia y la muerte todavía persiste en mí como algo a explorar”, comenta Lamar, refiriéndose a la naturaleza del largometraje que está ahora en etapa de posproducción.
“La película mantiene principalmente un tono de ritual donde el tiempo se conjuga con la imagen y el sonido en busca de la intensidad justa para cada escena”.
La obra, que se filmó en lugares como el Cerro Roke de Sapukái, y en Independencia, cerca del Salto Suizo, está ahora en proceso de edición en Chile, y le esperan unos cuatro meses de posproducción hasta que esté lista para festivales y, posteriormente, circuitos comerciales.
Por su parte, la productora Gabriela Sabaté agrega que tienen pensado ir paso a paso. En Chile, están trabajando en la edición de audio en un estudio llamado Sonamos, y luego se trabajará en la imagen en Holanda, en un lugar a definir.
Como cada obra, lleva su tiempo, y cuanto mejor se cuide cada detalle, mejor será el resultado después en pantalla. El equipo de La Última Tierra tiene presente la importancia de atender cada etapa del proceso, que puede ser importante a la hora de visionar la obra finalizada.
Ya en el 2010 contaban con el apoyo del Fondec, desde Paraguay, para la realización de la película, pero lo que otorga dicha institución no es suficiente para el desarrollo completo de una obra de un calibre profesional, con miras a la posterioridad.
Lamar sabe que sin esa ayuda, no hubiera sido posible concretar el proyecto. Sin embargo, “por ahora está lejos de ser un fondo real de apoyo y desarrollo del cine nacional”.
Sin duda alguna, es un tema que persiste en el crecimiento del audiovisual paraguayo, ya sea en cine o proyectos más pequeños que sufren por la falta de empuje por parte de las instituciones encargadas de impulsar la cultura.
Sabaté agrega que un obstáculo con el que tropiezan las producciones paraguayas es que muchas de las instituciones extranjeras que conceden fondos requieren que el proyecto tenga un porcentaje importante del presupuesto asegurado gracias a fondos locales.

Con persistencia y trabajo duro, consiguieron el apoyo de las productoras Fortuna Films (Holanda), Cineestación (Chile), y los fondos de Hubert Bals (Holanda), Ibermedia (España), y Doha (Qatar).
De parte de Paraguay, obtuvieron además del apoyo de Banco Itaú, El Cabildo, y la Fundación Roa Bastos.
El costo aproximado de la producción es de unos $300.000 (trescientos mil dólares) en cinco largos años de una búsqueda intensa de financiación que reflejan el estado actual de un arte que requiere mucho sacrificio.
Lamar sugiere al respecto que “se debería establecer un fondo concursable específico para el cine, contemplando que los montos de tal fondo realmente impulsen a los proyectos”.
“Ya hemos hablado mucho de esto a lo largo de los años, se han elaborado proyectos y remitido al gobierno. Se ha avanzado un poco; sin embargo, los fondos siguen siendo manejados sin un llamado a concurso y sin ser juzgados por una comisión con criterio real”.
Las complicaciones financieras de La Última Tierra se reflejan en la necesidad de Pablo Lamar de desempeñarse en varias áreas para poder supervisar la calidad de la obra.
Al mismo tiempo que trabajaba como productor y director, se desarrolla también su labor como sonidista en Brasil, donde participó de varios largometrajes en los últimos años. Se trató de “una experiencia muy rica que me permitió conocer lo que implica la realización de un largometraje”, se explaya el cineasta.
Se refiere a las dinámicas y los tiempos de rodaje y de posproducción, el trabajo con un equipo mayor, entre otras cosas. A pesar de haber dirigido cortometrajes presentes en prestigiosos festivales, como el de Cannes, La Última Tierra marca su primera vez en la silla de director de un largometraje.
En comparación a experiencias previas, hay “una estructura mucho mayor y que se desarrolla por más tiempo, lo cual conlleva también un trabajo más complejo”.
“Buscamos en todo momento mantener un equipo relativamente pequeño y trabajar con más tranquilidad”, responde Lamar sobre las personas involucradas en la producción. Fueron aproximadamente 25 personas trabajando en una filmación que duró unas tres semanas.
“Personalmente, disfruté mucho de cada persona y de cada momento del rodaje, incluyendo las dificultades y los descubrimientos propios de esta etapa”.
A pesar de los logros, Lamar insiste en la importancia del apoyo, y cómo esto condiciona bastante el progreso de un proyecto y el audiovisual nacional en general. Asegura que “sin un apoyo nacional significativo, se hace mucho más difícil conseguir fondos internacionales por más que les guste el proyecto”.
Un dato importante que agrega, es que “hasta la fecha, Paraguay no es signatario de los acuerdos de coproducción tanto Iberoamericano como Latinoamericano, lo cual dificulta las coproducciones con algunos países iberoamericanos al no poder acceder al mismo trato que los otros países miembros”.
Ahora mismo, estas preocupaciones van quedando atrás, al menos para este proyecto en particular. Fue un proceso lento con obstáculos reales que entorpecen la marcha, pero La Última Tierra es un escalón más en el cine de un país con ganas de ver más entradas en el arte.
La película cuenta con las actuaciones de Ramón del Río y Vera Valdez Barreto, y un equipo técnico conformado por Carlo Spatuzza en Dirección de arte, Paolo Girón en Dirección de Fotografía, Mauricio Rial como Asistente de dirección, además de Ivana Urizar como Jefa de Producción, y Germán Acevedo y David Acosta en la realización de sonido directo y gaffer, respectivamente.
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