La idea, por más fantástica y lejana que parezca comenzó a darme vueltas. Tras sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, llegué a la conclusión que un millón de dólares no haría mi vida más feliz, aunque sí quizás mucho más fácil.

Lo primero sería contratar un asesor, debería de ser alguien de confianza que pueda ayudarme a que mi dinero no se esfume más rápido que mis sueños.

Pero enseguida pensé que podría llegar a estafarme, entonces lo despedí mucho más rápido de lo que mis sueños me hubiesen permitido llegar al millón de dólares.

Pondría el dinero en un banco y viviría de rentas. Pero, cómo olvidar a los más de 17 mil ahorristas estafados por Nelson Peña Mc Coy, Presidente del Banco Mercantil (recordando solo uno de los muchísimos casos que me vienen a la cabeza en este momento).

¿Debajo del colchón?, no!,  serían muchísimos billetes.  Además cuando se enteren que tengo dinero tendría la inesperada visita de los amigos de lo ajeno, que llegarían a mi casa mucho antes de que la policía acuda a mi llamado.

Luego vendrían los impuestos, el futuro de los niños, una casa más grande y un auto más nuevo. Me compraría un iPhone 4, y un LCD de 52 pulgadas.

Con un millón de dólares no podría menos que asociarme al Centenario.
No podría sacar a todos los niños de la calle, pero los juntaría a todos y les regalaría un día que nunca olviden.

Tendría que darle una parte a mis hermanos, a mis padres, a mis hijos, otra a mi esposa, a algunos tíos, unos cuantos sobrinos y a algunos amigos que nunca me abandonaron en las malas. Claro, eso sería tras pagar todas mis cuentas. Para entonces el millón se vería considerablemente reducido.

Pero claro, a esas alturas ya me habría sacado el gusto por el dinero.

Antes de que el sueño se haya hecho realidad, el millón se habría esfumado y yo debería aún pagar el mantenimiento del costoso auto, los gastos de una casa más reconfortable, el Club,  los impuestos y un millonario tratamiento médico tras haberme sometido a unos pocos lujos culinarios. (Y pensar que Britney Spears gasta un millón de dólares por mes).

Pero,  ¿quién podría quitarme lo bailado?

Al final, creo que no me vendría bien, aunque tan mal tampoco.

Y vos ¿Qué harías?...

Mariano Nin
Gerente de Prensa de Teledifusora Paraguaya S.A.