25 de Abril, 2011 | Desde la calle
Indígena con precio…
Katy tiene sólo 14 años. Es indígena, de la parcialidad mby`a Guaraní. Desde hace tres años se “convirtió” en mujer, sin pasar por las diversas etapas de la vida, y sin experimentar el amor verdadero de un hombre.
Ella, pese a tener un cuerpecito de niña, porque es una niña todavía, ya le pone precios a su compañía y a sus encantos físicos.
Llegar a Katy es sencillo. Se ubica en los semáforos que están en las inmediaciones de la Confederación Sudamericana de Fútbol, en Luque.
Incluso en días de lluvia se expone con poca y sucia ropa, sin aseo y totalmente descalza. Sus piecitos están muy golpeados; algunos dedos, ensangrentados.
La niña, cuyo nombre para este artículo es falso, para preservar su verdadera identidad, es analfabeta, no conoce más aula que la avenida Sudamericana y Tape Tuja, donde suele hacer “dedo” para encontrar quien la lleve hasta el mercado de Luque donde también pide limosnas o limpia los parabrisas de vehículos, cuando el semáforo se pone en rojo.
Penosamente vive con líderes y miembros de un sector de los mby´a Guaraní, escondidos en un patio baldío que está detrás de la Confederación Sudamericana de Fútbol, pero a la vista de todos.
En este lugar, convertido en un mini vertedero, Katy come de la basura, se baña en las aguas contaminadas y bebe de la cloaca que circula por el lugar. Sus necesidades fisiológicas las realiza entre los yuyos, casi frente a los otros indígenas y los miles de automovilistas que pasan por este sitio.
De cobertura periodística, con el programa “Bien Temprano”, de Canal 13, en el que soy cronista para los enlaces en vivo, la niña-mujer reconoció su estado, pero al mismo tiempo lamentó que no le quedase más alternativas que vender su cuerpo, por 10 a 50 mil guaraníes, dependiendo del depravado que le toque.
Para Katy, prostituirse ya es una rutina… Algo normal en su día a día. En la charla que mantuvimos con la menor, ella nos cuenta que los líderes de su comunidad, ahí en Luque, le despojan de su “recaudación” para comprar “alimentos”, que en un recorrido por el campamento, descubrimos que su “alimento” son caña, vino en cartón, cerveza en lata y cola de zapatero, que lo inhalan en bolsitas de hielo.
Las evidencias están esparcidas por el patio baldío, que además tiene innumerables criaderos del mosquito transmisor del dengue.
Katy “trabaja” hasta las cero hora, y luego cansada va a dormir en el suelo, cubierta ella con hules negros que funcionan de toldo. La zona donde ella se expone a los depravados, es la misma que utilizan los travestis y prostitutas.
Por dos días, con los enlaces televisivos en vivo, mostramos y denunciamos esta realidad que afecta a Katy y otras cinco “Katys” más, sin exponerlas ante las cámaras. Las autoridades competentes vieron estos informes, hablamos con ellas, pero hasta hoy nada ha pasado.
Katy y sus amiguitas menores de 15 años siguen ahí a la suerte de los degenerados.
En el siguiente artículo les contaré la confesión de un cacique indígena que admitió que las niñas indígenas se prostituyen por cincuenta mil guaraníes.
Diego Martínez
Periodista. Cronista de Canal 13 y radio Cardinal.
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