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30 de Abril, 2011 | /opinions/list

Ernesto Sabato: Cronista de nuestros túneles y laberintos

Entendió al ser humano como una atormentada y abandonada criatura al borde de abismos y laberintos.

Habitamos profundidades sombrías. El escritor argentino Ernesto Sabato, fallecido en la madrugada del sábado 30 de abril en Buenos Aires, a los 99 años, sostenía que lo más importante, lo significativo es “este complejo, contradictorio e inexplicable viaje hacia la muerte que es la vida de cualquiera.” (Antes del fin. Memorias. Seix Barral. Buenos Aires, 1998. P. 21).

Premio Cervantes de Literatura en 1984, nacido en junio de 1911, este argentino universal indagó en las cloacas tenebrosas del alama humana en sus tres grandes novelas: ‘El túnel’, ‘Sobre héroes y tumbas’ y ‘Abaddon el exterminador’.

La incomunicación, el absurdo, la existencia a la deriva, las pasiones desatadas, la crueldad instalada en nosotros como una segunda piel están presentes con maestría en El Túnel (1948.).

El argumento es simple. Juan Pablo Castel, pintor, mata a María Iribarne, mujer por la cual se obsesionó el día en que ésta estaba observando uno de sus cuadros en una exposición. La siguió. Fueron amantes. El descubre que María está casada con un hombre ciego. Siente que ella en algún momento lo va a dejar. Enloquece de celos.

Después de matarla, ya en la cárcel, va relatando los vericuetos de su conducta, los tormentos de su personalidad, sus zonas sombrías, el entramado de motivos, muchos inexplicables, que llevaron a asesinar a la mujer de sus más hondas obsesiones.

A mi modo de ver, esta novela corta, que puede leerse como una combinación de intriga, suspenso, amores desatados, pasiones incontrolables y penetración en los meandros de  una mente y un espíritu atormentado,  es la que mejor refleja las angustias del Sábato persona.

En efecto, este pesimista lúcido sobre la condición humana -¿acaso el desastre producido por el ser humano contra el medio ambiente o el hecho de que en pleno siglo veintiuno cada seis segundos un niño muera de hambre no le dan la razón?- expresó en las memorias citadas más arriba que nuestra tragedia es la de un ser “extraviado en un mundo de túneles y pasillos, atajos y  bifurcaciones, entre paisajes turbios y oscuros rincones, el hombre tiembla ante la imposibilidad de toda meta y el fracaso de todo encuentro. (Antes del fin, pp. 159-160).

Quizás por ese trasiego con fantasmas y demonios, el presidente argentino Raúl Alfonsín lo convocó para la Comisión Nacional de Personas Desaparecidas (CONADEP) para elaborar un informe sobre el terrorismo de Estado bajo la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). El texto completo, calificado por Ernesto Sábato como un descenso a los infiernos, fue entregado al presidente Alfonsín en 1984 y fue clave en el juicio posterior en 1985 a las Juntas Militares.

Probablemente, en ese buceo a la crueldad infinita de la especie humana que se puede leer en ese estremecedor informe, Sábato encontró confirmación a sus visiones sombrías sobre nuestra presencia en la tierra.

El horror que día a día protagonizamos como especie, contra la naturaleza,  contra los demás animales del planeta y contra nosotros mismos, no hace sino confirmar todos los días la precisión de cirujano del autor de esas ficciones sobre las oscuridades del alma humana a la hora de abordar lo que realmente somos cuando se caen todas nuestras máscaras y maquillajes.

 

Carlos Martini
Sociólogo. Periodista. Docente.

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