En medio de lo que significaba la euforia del momento me puse a pensar en él. Por momentos Sudáfrica dejaba de ser noticia para que el mundial gire en torno a este peculiar molusco.

Vaticinó en la primera ronda las dos victorias de Alemania ante Ghana y Australia, así como la derrota ante Serbia. Tampoco erró en adelantar la victoria alemana ante Inglaterra en octavos.

Sus predicciones desde el acuario alemán de Sea Life de Oberhausen fueron seguidas en directo por varias cadenas de televisión en todo el mundo y a través de internet, ya que, tras elegir a España como vencedora del duelo de semifinales ante Alemania, sus aciertos cobraron relevancia mundial. También su futuro.

¡Y vaya que así fue!

Entonces se barajaron dos posibilidades: "comida" y "extradición".

Los españoles quisieron extraditarlo para evitar la ira alemana. Un digno retiro.

Mientras en Alemania no se dejaba de hablar de que sería convertido en paella. En otras palabras lo querían cocinar.

Pero como la fama es tan efímera como gloriosa, a Paul le salieron varios competidores.

En Argentina, por ejemplo, se utilizaron todo tipo de animales para procurarse un buen resultado.

Que Paul predijera que Alemania ganaría a Argentina no sentó nada bien. Para intentar batir al destino, contraatacaron con la tortuga Jorge, el gato Tanti y la lagartija Moli.  Sin embargo, tal como estaba previsto, todos vaticinaron la victoria de Argentina sobre Alemania. Tras la monumental goleada, nadie volvió a saber de ellos.

Pero Paul siguió.

Sus aciertos acrecentaron su fama hasta el punto de hacer impredecible su futuro.

Pero como nada es perfecto, Paul tiene una mancha en su carrera de oráculo.

El gran error de su 'dilatada' carrera se produjo hace dos años, durante la final de la Eurocopa 2008.  Esa vez vaticinó una victoria de Alemania sobre España sobre el césped vienés del Ernst Happel. Horas después, el gol de Fernando Torres manchaba su inmaculada trayectoria profesional.

Pobre me dije. ¿Sabrá que es famoso?.

Dicen que Fernando Lugo lo quiso contratar. Pero sus tentáculos fueron el obstáculo. El Gobierno, dijeron muchos, no acepta competencia.

Sudáfrica quedó atrás; alguien predijo que el Mundial lo ganaría un país cuya bandera tiene tres colores. No lo dudé. Era Paraguay. Lo que Paul no pudo adivinar fue el desastroso arbitraje que convirtió en cenizas la esperanza de miles de personas.

Pero esa, sin dudas, es otra historia.

Mariano Nin
Gerente de Prensa de Teledifusora Paraguaya S.A.