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15 de Abril, 2011 | Indicador económico y financiero

El jugo de naranja de Homero Simpson

Cansado de exprimir las naranjas para su jugo manualmente, Homero en un capítulo de los Simpson, decidió hacerle caso a un infomercial y seducido por la descripción de todas las virtudes de un exprimidor eléctrico, tomó su teléfono, la tarjeta de crédito y haciendo caso a esa voz argentinizada que más que sugerir ordena ¡shame sha! Hizo su pedido respectivo.

En la caricatura, podemos ver cómo el pedido de Homero llega hasta la fábrica de los productos en China, y en una crítica velada de las condiciones en la que trabajan los empleados en las fábricas de ese país, se ve a uno de ellos con un tremendo resfriado,  cada que embolsa un exprimidor estornuda o tose sobre él.

En la caricatura se muestra cómo los gérmenes quedan embolsados y de ahí salen a todo el mundo, por supuesto, llegando a Springfield, y a la casa de Homero; quien recibe con gusto el aparato para tomar jugo de naranja fresco y se contagia del resfrío que fue transportado desde China.

A la vez, el capítulo muestra cómo hoy en día el mundo está expuesto al contagio de epidemias, gracias a la facilidad con que se transportan personas, animales y mercancías.

Y toda epidemia genera pérdidas económicas, pues la salud y la economía están totalmente relacionadas, desde que Carlos Marx escribió El Capital hasta ahora, siempre se ha hablado de la mano de obra y ésta la aportan seres humanos, por lo tanto, sujetos a enfermarnos y con ello se afecta la productividad en la empresa, la oficina, el negocio, las oficinas gubernamentales, etcétera.

México lo vivió hace poco, la capital el país se paralizó por la epidemia de AH1N1 que la afectó, las pérdidas económicas fueron cifradas en alrededor de 5 mil millones de dólares.

Hoy se vive aquí una epidemia de dengue que ha matado a varias personas, contagiado a miles y provocado la verborrea de políticos que exigen renuncias en el Ministerio de Salud, por ceder ante un enemigo tan pequeño como un mosquito.

Muchas horas hombre se están perdiendo, muchos recursos que se deberían canalizar a otras obras sociales se van a tapar un hueco en hospitales y clínicas públicas, se apaga el fuego pero no se hace lo necesario para prevenirlo.

Eso es reducir todo a un diagnóstico simplista y nada legítimo pues muchos de los gritantes desde el Congreso y otros foros, no piensan en la destitución de la Ministra de Salud, por ineficiencia, sino para colocar a uno de sus allegados, planilleros, operadores políticos entre otras curiosidades.

El problema económico que genera la epidemia de dengue tiene sus raíces en décadas de una mala educación, en ese evitar la educación preventiva en todos los sectores para que las cosas no lleguen a los extremos a los que no por primera vez en este tiempo hemos llegado.

Muchas horas hombre se están perdiendo, muchos recursos que se deberían canalizar a otras obras sociales se van a tapar un parche en hospitales y clínicas públicas.

Esa falta de cultura cívica que nos dice no tirar basura y `podemos ver a autos y micros cual árboles en otoño, cuando de sus ventanas sale basura que se acumula, guarda agua y cría larvas de mosquitos.

Tiene su origen en una falla de diseño estructural de las ciudades que no cuentan con drenajes para que las aguas residuales vayan a una planta de tratamiento a través de una tubería y no a cielo abierto.

Se origina en la falta de una red hospitalaria de primer, segundo y tercer nivel eficiente.

El problema combinado nos lleva a las pérdidas económicas que hoy se viven en el territorio paraguayo.

Si hacemos una análisis sincero, mucho de lo que hoy pasa en materia de salud es responsabilidad nuestra, a veces pensamos que lo que tiramos es solo un papel o que el escombro que dejamos un un lote baldío, no le va a perjudicar a nadie, pues ese lote “no se usa”.

Y vamos forjando los eslabones de una cadena que acaba volviéndose contra nosotros mismos.

Tampoco en el ámbito político existe esa educación cívica para realmente servir a la ciudadanía, la clase política parece estar en la actualidad, pero vive alejada en su mayoría de la realidad social. Preocupada en números de votos, porcentajes de cuotas políticas o buscando la forma de brincar la ley para así colocar a más personas a su servicio en ministerios o secretarías, dejando con ello de lado a personas especializadas que pueden trabajar en áreas como la salud y la educación al margen.

No sabemos aún la cifra económica que está costando la epidemia, esperemos que se mida y se registre para no seguir cometiendo los mismos errores en el futuro.

Antes que el mosquito Aedes aegypti picara a miles de personas, el mosquito de la ineficiencia, el egoísmo y la comodidad nos picó a nosotros y hoy pagamos en gran parte, las consecuencias de esos males.

Miguel Torres Velázquez

tovemi@gmail.com

Twitter @mitove

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