29 de Enero, 2011 | /opinions/list
De Tunez a Egipto: Estallidos de las frustraciones
La furia de los ciudadanos egipcios que comenzó el martes 25 alcanzó el pico máximo en la noche del viernes 28 con escenas de batalla campal entre fuerzas de seguridad y manifestantes en el centro del Cairo, a pesar del apagón tecnológico ordenado por el régimen que impidió que funcionaran los celulares y las redes sociales.
El detonante fue el derrocamiento popular del régimen de Tunez el viernes 14. La salida abrupta del poder de Ben Ali fue el primer caso de una revolución popular que desplaza a un gobernante en el mundo árabe. Una mezcla de desempleo, pobreza, escandalosa corrupción concentrada en la esposa de Ben Ali y la represión inmisericorde a jóvenes que protestaban por la falta de trabajo llevó a un incendio impensado. Desde allí las protestas se extendieron a Mauritania, Argelia, Jordania y Yemen. Son autocracias vitalicias que controlan el poder político y el económico en pocas manos, con altos índices de corrupción. La chispa tunecina extendió el incendio que fue ayudado por twitter, facebook y los mensajes de texto que traspasaron fronteras.
Lo de Egipto es más grave. Mubarak recibe al año más de mil millones de dólares de ayuda de los EE.UU. Está entre los tres principales destinos de asistencia de Wahington juntamente con Israel y Colombia. Con 80 millones de habitantes se lo considera un dique de contención frente al islamismo radical, fue el primer país árabe en establecer relaciones diplomáticas con Israel y es mediador habitual en el conflicto entre Israel y Palestina. Este papel geopolítico de primer orden hizo que las potencias occidentales miraran para otro lado el costado siniestro y de lacerante desigualdades en Egipto.
Veamos. Desde 1981, cuando accedió al poder Mubarak y con el pretexto de combatir al terrorismo está en vigencia una llamada Ley de Emergencia, nombre elegante a un Estado de sitio permanente que permite ”a la policía realizar arrestos arbitrarios ,detener indefinidamente a los prisioneros, limitar la libertad de expresión y de reunión. Además mantiene un tribunal especial de seguridad”. La tortura es práctica habitual, hace poco causo escándalo la filmación de un prisionero siendo sodomizado con un palo de escoba en una dependencia policial. ( La Nación de Buenos Aires, 29 de enero de 2011)
En el plano económico,el 40% de los egipcios es pobre y 1 de cada 10 está desempleado, mientras que la inflación llega a casi el 25%. Es más, 1 de cada 5 egipcios menores de 15 años viven bajo la pobreza y en el 2010 el número de familias pobres con niños fue superior a 1996. Como si todo fuera poco, casi 3 millones de egipcios que viven en el exterior redujeron en un 10% sus envíos de remesas.
El día a día se vuelve cada vez más precario: la carne de cordero, central en la dieta, aumento en un 80%. ( Infobae, Buenos Aires, 29 de enero de 2011). Además, como consecuencia de la crisis económica internacional de 2008 el gobierno cortó subsidios a los alimentos que recibía el 75% de la población.
Es así que una parte importante de la gente no siente los beneficios que derivan de que el país se haya convertido en exportador de gas, petróleo y oro o que en los últimos diez años haya sido el país más estable de la región con un crecimiento anual del 4 al 5% y sea toda una potencia turística que generó en el 2009 casi 12 mil millones de dólares de ingreso y que dio empleo al 12% de la población.
La pretensión de Mubarak de que sea su hijo Gamal el que lo suceda como presidente en este año en otra de las tantas “elecciones” donde el ganador obtiene el 90% provocó molestias en parte de la población y hasta en los EE.UU. que ya veían el ruido de fondo que se estaba produciendo por debajo de la superficie calma. Hasta EE.UU le está pidiendo ahora a Mubarak que encare reformas democratizadoras ante el temor de que esta rebelión conduzca a ganar terreno a los musulmanes radicales.
Más allá de lo que ocurra con el régimen de Mubarak, si sobrevive o es derrocado o sale vía una negociación, una cosa es segura: después de esta oleada de rabia desatada en el mundo árabe, los centros de poder están tomando nota de la situación. El temor principal es que la dinámica de los acontecimientos, que no es sino el estallido de la ira de masas desposeídas y oprimidas, acabe fortaleciendo a los islamistas radicales que puedan ganar nuevos espacios para su guerra santa contra Occidente.
Carlos Martini
Sociólogo. Docente. Periodista.
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