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06 de Julio, 2010 | Desde la calle

Cuatro tipos de protestones

Por la manera en que se protesta en nuestro país, hay cuatro clases de manifestantes: los tradicionales, los extremistas, los pacíficos y los creativos.

Todavía están y, en mayor cantidad, los sectores que optan por cerrar calles, reventar petardos, realizar huelgas de hambre, gritar hasta romper las gargantas, amenazando con violencia.

Lo típico es marchar por las calles con bandera tricolor, luego de la concentración en alguna plaza céntrica de Asunción (por lo general en las plazas Uruguaya, de la Democracia, de Armas o Italia, que, por cierto, son espacios deteriorados a causa de sus eventuales inadaptados ocupantes).

Es fastidioso que en nombre del “pueblo”, se embanderen algunos grupos sociales, acorralando edificios, cerrando calles, actos que, finalmente, originan que los que no estaban involucrados, lleguen tarde al destino marcado, como cuando van al trabajo, a la casa o a retirar a los chicos de la escuela.

Someter a gente que nada tiene que ver con las causas de la protesta, ni con la decisión final del asunto, enciende la indignación de la ciudadanía. Hubo ocasiones, en los cortes de ruta, donde casi se daban a las trompadas los manifestantes y automovilistas, ante la negativa de permitir la circulación. En vez de atraer a mayor cantidad de adeptos a la causa, los modos tradicionales de manifestación social, generan enojo y rabia, en las nuevas víctimas de la calle, pues ni hasta una ambulancia ni los carros de bomberos, con sus sirenas encendidas, se salvan de los embotellamientos provocados. En medio de esto, lamentablemente, hay líderes irresponsables que arrastran a niños y mujeres embarazadas a largas jornadas de protestas.

Los extremistas son aquellos que optan por encadenarse a un árbol, o al portón de entrada de la institución en la que protestan, y no dejan pasar a los funcionarios o usuarios. Son los que portan y disparan armas de fuego. Otros rompen veredas para tener cascotes y arrojar a sus rivales, los policías. Están también los que se crucifican.

Sin daños a terceros, los pacíficos, por lo general, hacen sentatas, marchas del silencio, actos simbólicos, o solo prefieren pintarse la cara, llevar pasacalles con mensajes reivindicatorios, y armar festivales de música y teatro.

Y finalmente están los creativos, que de a poco traen nuevas formas de reclamo ganando espacio, son pintorescos, más llamativos, y hasta llegan a ser divertidos e incluso inofensivos, me decía un amigo periodista. Días atrás se realizó la polémica protesta del movimiento Humanista, cuyos manifestantes presentaban sus cuerpos pintados, frente al Panteón Nacional de los Héroes. En una sociedad conservadora como la nuestra, el nombre de la campaña golpeó: “Tetas y culos por la paz”.

Un grupo de alumnos y profesores de la escuela Herminio Giménez, de Itá, protestó frente a Hacienda, interpretando temas de autores paraguayos. Estos dos últimos ejemplos bastan para ir pensando que los mismos dirigentes también toman conciencia que deben variar sus estilos, o ya no tendrán el mismo impacto.

De los cuatro tipos, los manifestantes creativos son los que despiertan mayor atención y simpatía en la gente. Los dirigentes gremiales también deben aprender a cambiar sus estrategias.

Por Diego Martínez
Cronista de Canal 13 y radio Cardinal

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