02 de Abril, 2011 | /opinions/list
Costa de Marfil: La tragedia olvidada
En un solo día, el martes 29 de marzo, unas 800 personas murieron en la ciudad de Dukueke (oeste de Costa de Marfil) informó el viernes 1 de abril la Cruz Roja.
“Este acontecimiento es particularmente grave por su envergadura y brutalidad” afirmó el titular de la Cruz Roja en el país. Costa de Marfil se encuentra en el occidente de África, de una extensión de poco más de 322.000 kilómetros cuadrados y una población de alrededor de 20 millones de personas. Principal productor de cacao en el mundo se encuentra sumido desde noviembre del 2010 en una guerra civil que sin incluir las muertes del 29 de marzo ya había costado más de 500 vidas y un millón de desplazados.
En el mundo audiovisual cuya agenda informativa internacional está marcada por la presencia de las grandes cadenas televisivas del mundo, allí donde no están las cámaras, la realidad no existe. Por lo tanto, si las muertes en Libia tienen visibilidad planetaria, la oscuridad rodea a la tragedia de Costa de Marfil.
La última parte de este vía crucis se inicia en noviembre del 2010. En las elecciones triunfa el opositor Alassane Ouatara. El triunfo no es reconocido por el todavía presidente Laurent Gbabo, pese a que toda la comunidad internacional le exige su salida. En la última semana, las fuerzas de Ouatara estaban haciéndose fuertes en Abiyan, la capital económica de Costa de Marfil.
¿Cuál es la raíz de este conflicto?. Hasta hace sólo diez años, Costa de Marfil era un ejemplo de estabilidad en esa convulsionada región de África.
De acuerdo a la BBC de Londres, “la prospera industria del cacao, que le permitió a Costa de Marfil tener un nivel de vida mucho mejor que el resto de sus vecinos, también atrajo muchos inmigrantes de países más pobres como Malí y Burkina Faso”. (BBC, 1 de abril de 2011).
Estos migrantes se fueron instalando en el norte y con el paso de los años se establecieron nexos de parentesco con los habitantes de esa zona del país. Esta región es fuertemente musulmana. Esto alimentó resentimientos en el sur, azuzados a su vez por el populismo de varios políticos que incluso llegaron a afirmar que los del norte no eran enteramente marfileños por esos parentescos con migrantes. Por ejemplo, al mismo Ouattara, musulmán, no se le había permitido participar en anteriores elecciones.
Así se llegó incluso a confrontaciones armadas entre los años 2002 y 2007, a raíz de un avance sobre el sur de tropas del norte. Tuvo que intervenir la ONU. Luego sobrevino un acuerdo de paz. Y cuando todo parecía encarrilado, estalló esta crisis.
La violencia se ha vuelto particularmente encarnizada en los últimos días de marzo. Gbabo, quien ya no cuenta con ningún apoyo internacional, resiste como puede. Mientras son los civiles, una vez más, carne de cañón.
Costa de Marfil no tiene petróleo, no está en el Mediterráneo, cerca de Europa, carece de enormes inversiones de grandes potencias y no es sospechosa de albergar a terroristas. Entonces, su tragedia, humana como todas, solo tiene hasta ahora, a diferencia de la Libia, la ausencia de cámaras y de micrófonos
Carlos Martini
Sociólogo. Periodista. Docente.
En el mundo audiovisual cuya agenda informativa internacional está marcada por la presencia de las grandes cadenas televisivas del mundo, allí donde no están las cámaras, la realidad no existe. Por lo tanto, si las muertes en Libia tienen visibilidad planetaria, la oscuridad rodea a la tragedia de Costa de Marfil.
La última parte de este vía crucis se inicia en noviembre del 2010. En las elecciones triunfa el opositor Alassane Ouatara. El triunfo no es reconocido por el todavía presidente Laurent Gbabo, pese a que toda la comunidad internacional le exige su salida. En la última semana, las fuerzas de Ouatara estaban haciéndose fuertes en Abiyan, la capital económica de Costa de Marfil.
¿Cuál es la raíz de este conflicto?. Hasta hace sólo diez años, Costa de Marfil era un ejemplo de estabilidad en esa convulsionada región de África.
De acuerdo a la BBC de Londres, “la prospera industria del cacao, que le permitió a Costa de Marfil tener un nivel de vida mucho mejor que el resto de sus vecinos, también atrajo muchos inmigrantes de países más pobres como Malí y Burkina Faso”. (BBC, 1 de abril de 2011).
Estos migrantes se fueron instalando en el norte y con el paso de los años se establecieron nexos de parentesco con los habitantes de esa zona del país. Esta región es fuertemente musulmana. Esto alimentó resentimientos en el sur, azuzados a su vez por el populismo de varios políticos que incluso llegaron a afirmar que los del norte no eran enteramente marfileños por esos parentescos con migrantes. Por ejemplo, al mismo Ouattara, musulmán, no se le había permitido participar en anteriores elecciones.
Así se llegó incluso a confrontaciones armadas entre los años 2002 y 2007, a raíz de un avance sobre el sur de tropas del norte. Tuvo que intervenir la ONU. Luego sobrevino un acuerdo de paz. Y cuando todo parecía encarrilado, estalló esta crisis.
La violencia se ha vuelto particularmente encarnizada en los últimos días de marzo. Gbabo, quien ya no cuenta con ningún apoyo internacional, resiste como puede. Mientras son los civiles, una vez más, carne de cañón.
Costa de Marfil no tiene petróleo, no está en el Mediterráneo, cerca de Europa, carece de enormes inversiones de grandes potencias y no es sospechosa de albergar a terroristas. Entonces, su tragedia, humana como todas, solo tiene hasta ahora, a diferencia de la Libia, la ausencia de cámaras y de micrófonos
Carlos Martini
Sociólogo. Periodista. Docente.
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